Hemos visto que las profecías del A. Testamento, aunque a veces recibiendo una sorprendente aplicación, no tienen su propio o perfecto cumplimiento, en la iglesia, sino después que la iglesia es tomada; que el intervalo de la iglesia es, como se ha adecuadamente llamado, "un paréntesis" en los tratos de Dios con la tierra; y que cuando éste haya terminado, y los creyentes, ya sea vivos o muertos, hayan sido tomados para ir al encuentro del Señor en los aires, el propósito divino respecto a la tierra se reasumirá, y los judíos, que ahora son "enemigos" concerniente al evangelio, serán tomados nuevamente, conforme a la elección, como "amados por causa de los padres," y se mostrará que los dones y llamamiento de Dios son irrevocables. Entonces las promesas de Dios de bendición para el mundo tendrán su pleno cumplimiento, no en el primer, sino en el Segundo Hombre; y la Simiente de la mujer quebrantará la cabeza de la serpiente; la sola, es decir "una" Simiente de Abraham vendrá para bendecir a todas las naciones de la tierra; la simiente múltiple, como la arena del mar , innumerable, heredará su tierra prometida "como una posesión eterna", y ocupará su lugar señalado como principal de las naciones, y la Simiente de David será establecida sobre el trono de su reino para siempre.
La investigación de este tema nos ha guiado a un amplio espacio, y aunque en lo posible he evitado entrar en detalles, ha sido necesario, para la comprensión de los designios de Dios, entrar en algunas cuestiones con considerable plenitud. Puede ser útil, por tanto, detenernos por un momento, y mirar hacia atrás, reuniendo las variadas verdades que las Escrituras han desplegado ante nuestra vista, y esforzarnos para condensarlas en un breve pero comprensivo resumen.
El hombre conforme a la carne ha fallado en cada posición en la cual Dios lo ha puesto. Él cayó bajo el poder de Satanás, y ninguna simiente de la mujer se ha levantado para quebrantar a aquel que ha traído la ruina. Él ha llenado la tierra con corrupción y violencia, de manera que Dios se arrepintió de haber hecho al hombre, y destruyó "el mundo de entonces" por medio de un diluvio. Él falló en gobierno, hasta que finalmente Dios confundió sus planes de engrandecimiento propio en Babel. Llamado fuera como una nación y habiéndosele confiado la ley de Dios, nuevamente falló tan claramente como antes, traspasando el mandamiento como siempre, en su forma escrita, antes de que la ley entrase en el campamento. Probado como nación que ejecutaría los juicios de Dios, y probado nuevamente bajo soberanos que debían ser los dispensadores de la justicia de Dios, tenemos la misma seca historia de fracaso, rebelión, y ruina una vez más repetida. La nación se probó tan mala como los paganos por quienes estaban rodeados., y los descendientes de David fueron los corruptores, en lugar de los justos gobernadores del pueblo.
El primer hombre, por tanto, se había ahora era probado hasta el extremo en cuanto a su poder para realizar la voluntad de los propósitos gubernamentales de Dios. Después en la línea prometida, la simiente de Abraham y David, había fallado tan desastrosamente como en todos los otros. Se ha demostrado entonces que el hombre en la carne, ya sea en la línea de la promesa o fuera de esta, no podía cumplir los designios de Dios de bendición para la tierra. Él, por tanto, ha sido puesto a un lado, y el esquema del gobierno terrenal ha sido pospuesto hasta que el Segundo Hombre, Aquel que reúne en Su propia persona todas las promesas, y quien solo es digno y capaz de administrar el justo gobierno de Dios sobre la tierra, sea introducido. Primero, la nación escogida fue dividida; después la porción mayor, diez de doce tribus, fueron llevadas en cautividad, de la cual jamás volvieron; y finalmente, las dos tribus restantes, con el linaje real de David, fueron llevados prisioneros a Babilonia.
En lo que concierne al gobierno terrenal, los judíos eran dejados a un lado hasta que el Segundo Hombre fuese introducido. Con este largo abandono de los judíos comenzaron "los tiempos de los gentiles," es decir, el periodo durante el cual el cetro del dominio terrenal es confiado a los gentiles, en lugar de a Israel. Estos "tiempos de los gentiles" comenzaron con el reino de Babilonia, la cabeza de oro, en el sueño profético de Nabucodonosor. Después vino el reino de los Medas y Persas, simbolizados por el pecho y brazos de plata; la monarquía griega mostrada en el vientre y muslos de bronce, y posteriormente el más fuerte y extenso dominio de Roma, representado por las piernas de hierro. Después de esto, "los tiempos de los gentiles "cambiaron su naturaleza; hierro y barro mezclados, o, el gobierno fue dividido entre reinos de variados orígenes y carácter, aunque todos conectados con el desmembrado imperio romano. Otra visión nos muestra que en esta ultima etapa, el dominio romano se reavivará en una forma federal bajo la presidencia de uno especialmente energizado por Satanás. Es cuando este ha alcanzado esta fase que desciende el juicio, una piedra cortada sin manos cae sobre los poderes gentiles y los despedaza, después ésta crece hasta llegar a ser una montaña que llena toda la tierra; o, como lo interpreta Daniel, "en los días de estos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será destruido, y el reino no será dejado a otro pueblo, sino que despedazará y consumirá a todos estos reinos, y el permanecerá para siempre" (Dn. 2:44) Esta es la historia, proféticamente trazada, de los no aun completados "tiempos de los gentiles."
Mientras estos tiempos estaban siguiendo su curso, los judíos, _ es decir, las dos tribus que formaban el reino de Judá cumplían setenta años de cautividad predicha por el profeta Jeremías. Al final de ese periodo, el reino de Babilonia habiendo sido destruido, y el Persa establecido sobre las ruinas de éste, Ciro publicó un decreto permitiendo a los judíos de la cautividad retornar a Jerusalén, en virtud de lo cual un pequeño grupo, sin poder ni posición política, encontró su camino para volver a la ciudad arruinada, y reedificar allí el templo. Casi un siglo después, el mismo poder gentil dio un mandato "para restaurar y edificar Jerusalén." Desde este "mandato" data la profecía de Daniel acerca de las setenta semanas. Esta se divide en tres porciones: siete semanas, sesenta y dos semanas y una semana. Durante la primera parte, la ciudad fue reedificada.la segunda parte, de sesenta y dos semanas, comprende el tiempo desde el termino de la ciudad hasta el corte del Mesías. La tercera parte, una semana, que aun espera su cumplimiento, lleva al "tiempo de los gentiles" a su final, pone también "fin a la trasgresión" de los judíos, e introduce la "justicia eterna," el desolador habiendo sido destruido, y el reino del Mesías establecido.
Los judíos, como hemos visto, han sido políticamente destituidos hasta que venga el Mesías. Con el transcurso del tiempo vino Cristo, anunciado por Juan el Bautista, y el reino fue ofrecido a la nación bajo la condición de arrepentimiento. Pero el hombre en la carne probó ser no menos incompetente para arrepentirse para recibir al Mesías, o para obtener la bendición a través de Él presentado como soberano, como antes se ha mostrado de la misma manera para realizar los propósitos de Dios en su propio poder. Dios manifestado en carne solo atrajo más la enemistad de su corazón en un despliegue más terrible. Los judíos, en lugar de recibirlo como su Rey, lo crucificaron entre dos ladrones. El efecto de este rechazo fue doble. La sangre que ellos derramaron fue designada, de acuerdo al determinado y anticipado consejo de Dios, para ser el medio por el cual Él podía en justicia reconciliar todas las cosas consigo mismo, por la cual Él podía borrar el pecado, y de este modo colocar el fundamento de toda verdadera bendición paran judíos y gentiles. Pero el efecto inmediato del crimen, en lo que concierne a los judíos, fue que su casa fue desolada hasta que ellos digan _ "bendito el que viene en el nombre del Señor;" y que el reino, en lugar de tomar la forma pública en el cual los judíos serían cabeza de las naciones, hasta el arrepentimiento de Israel, toma una forma misteriosa conectado con Cristo en el cielo, y en el cual los gentiles son los objetos especiales del favor de Dios.
El primer llamado, entonces, después de la resurrección, fue dirigido a los judíos, llamándolos al arrepentimiento, y de este modo para recibir el reino en manifestada gloria. A su rechazo, el reino definitivamente asumió una forma misteriosa, las ramas naturales fueron cortadas del olivo, y ramas del olivo silvestre, o los gentiles, fueron injertadas en su lugar. "Ceguedad en parte ha ocurrido a Israel," que continuará así "hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles." Hubo realmente allí "un remanente conforme a la elección de la gracia" dentro del cegado Israel, pero la nación como un todo fue cortada mientras los gentiles tomaron por un tiempo el lugar de preeminencia en los pensamientos de Dios.
El desplazamiento político de los judíos introdujo "los tiempos de los gentiles." El desplazamiento moral y religioso de los judíos dio lugar para la entrada de los gentiles. Fue solo cuando esto tuvo lugar que Israel realmente vino a ser "Lo-ammi," no más Mi pueblo, aunque ellos por largo tiempo han dejado de ser el centro del gobierno de Dios sobre la tierra. Durante la entrada de los gentiles, los propósitos de Dios acerca de las bendiciones terrenales están suspendidos. El río del tiempo profético ha dejado de correr, éste se ha estancado, por decir así, cuando el Mesías fue cortado, y no comenzará acorrer nuevamente hasta después que la plenitud de los gentiles haya entrado, y Dios una vez más tome el hilo de Sus propósitos concerniente a la tierra.
Mientras tanto, los gentiles han sido introducidos en el lugar vacante de privilegio y responsabilidad hacia Dios, bajo el Cristianismo, pero han fallado tan claramente como lo hicieron los judíos bajo la ley. La mayor parte nunca ha aceptado ni siquiera en nombre a Cristo, la porción del mundo que nominalmente ha reconocido a Jesús como Señor, ha venido a ser una masa leudada, y corrupta. El pequeño puñado de verdaderos creyentes en su medio ha dejado de presentar algún testimonio corporativo, y han sido divididos en cientos de sectas, y han abandonado la "esperanza bienaventurada" del retorno del Señor por Sus santos, y como consecuencia a menudo casi no se pueden distinguir del mundo que los rodea, y son uno con ellos en sus objetos, y prosecuciones , y en el carácter de su andar. Pero aunque el Señor es paciente, no queriendo que nadie perezca, Él no faltará en cuanto a Sus promesas, y en poco tiempo la trompeta sonará y los muertos en Cristo resucitarán incorruptibles, y los vivos serán transformados. Este evento no tiene fecha establecida, por tanto es la siempre presente esperanza de la iglesia. Cuando esta "venida del Señor" por Sus santos tenga lugar, la cristiandad, las ramas injertadas en el olivo, habiendo fallado en continuar en la bondad de Dios, será cortada. La plenitud de los gentiles habiendo entrado, la masa de falsos profesantes serán dejados atrás para ser tratados por Dios en justo juicio. Ceguedad judicial caerá sobre ellos, "porque no recibieron el amor de la verdad, para ser salvos; y por esta causa, Dios les envía un espíritu de error para que crean a la mentira, y para que sean condenados quienes no creen a la verdad, sino que se han complacido en la injusticia" (2 Tes.2:10-12)
Cuando la iglesia haya sido tomada, y los gentiles, las ramas silvestres injertadas contrario a naturaleza, hayan sido cortados, las ramas naturales serán "injertadas, porque Dios es poderoso para volverlos a injertar." El intervalo de la iglesia habiendo pasado, el tiempo profético una vez más comenzará a correr, y la no cumplida semana setenta de Daniel se realizará. En esta semana comenzarán los juicios que preceden "el día del Señor," o el establecimiento del reino del Mesías. Estos juicios pueden dividirse en cuatro clases diferentes.
Primero, los judíos y el resto de los israelitas serán restaurados, pero solamente después de terribles tribulaciones, de las cuales solo una pequeña porción de ellos escapará. Los judíos, que rechazaron a Cristo, recibirán al anticristo, y entrarán en una alianza con "el príncipe que ha de venir," la última fase del poder gentil, y adorarán su imagen, "la abominación desoladora" establecida en el lugar santo. Los fieles del remanente que se negarán a tener parte en estas últimas escenas de maldad e iniquidad, serán perseguidos con terrible persistencia y malignidad, muchos de ellos serán muertos, el resto impulsados al exilio. El tiempo será uno de tribulación sin paralelo, de manera que, si aquellos días no fuesen acortados, ninguna carne sería salva. Entonces el mismo Señor aparecerá en poder y gran gloria, destruyendo con la espada de Su boca a los seguidores del anticristo, vengándose de Sus adversarios y enemigos. El efecto sobre la nación será como "fuego de refinador." Aquellos que sobrevivirán hasta el día de Su venida, el remanente purificado que, saldrá de la gran tribulación, habiendo "lavado sus ropas y emblanquecido en la sangre del Cordero," será un pueblo santo, su impureza habrá sido quitada, sus jueces y consejeros serán restaurados como al principio, y Jerusalén, será "llamada la ciudad de justicia, la ciudad fiel." De esta manera Sión "será redimida con juicio y sus convertidos con justicia," mientras "la destrucción de los trasgresores y pecadores juntamente, y de aquellos que abandonan a Jehová serán consumidos." El remanente elegido de Israel también será restaurado, y habitará la tierra.
Segundo, pero aparte del juicio purificador referido, habrá otros actos de justo gobierno y retribución reservados para ese terrible periodo. Babilonia, especialmente, la cristiandad corrupta, vendrá al recuerdo. La sangre derramada y los crímenes cometidos en el nombre de Cristo serán entonces justamente vengada. La bestia y sus confederados, seguirán un más terrible engaño, odiaran a la ramera y la desolarán; el mismo poder que la ha apoyado se volverá contra ella; y la copa que ella ha llenado será llenada con el doble para ella.
Tercero, la caída de Babilonia muestra el destino de esa ruin profesión de Cristo, y esa organización eclesiástica sin vida que sobrevivirá cuando todos los verdaderos creyentes han sido removidos a la casa del Padre. Pero ¿quién destruirá a este sistema apostata corrupto? La bestia y sus confederados, es decir, el mal cabeza de los poderes gentiles cuyo orgullo y blasfemia atraerá la ira vengadora de Dios_ el impío cabeza de estos reyes de la tierra que "consultarán unidos Contra Jehová y contra su ungido." Este asociado dominio gentil es la tercera clase tratada en los juicios de la última semana. La confederación, encabezada por el príncipe y energizada por Satanás, formará una alianza con la multitud de los judíos y su Cristo falso, y reunirán sus fuerzas para la batalla; cuando Cristo aparezca en gloria, seguido por los ejércitos del cielo, tomará a la bestia y al falso profeta y serán arrojados vivos al lago de fuego, y después destruirá a sus seguidores con la espada que sale de Su boca. De este modo terminarán "los tiempos de los gentiles," ese periodo durante el cual el cetro del gobierno fue confiado en sus manos a causa del fracaso de Israel.
Cuarto. Pero hay otra clase de juicios. Los gentiles que sucesivamente han sostenido las riendas del gobierno por parte de Dios no incluyen el vasto cuerpo de los pueblos de la tierra. Este cetro pasó de Babilonia a Persia, desde Persia a los Griegos, desde los Griegos a los Romanos, y finalmente pasará al mal rey de cuyo destino hemos estado hablando. Pero la confederación entre los judíos y el dominio romano será dirigida contra un poder que en ese tiempo amenazará a Jerusalén con destrucción. Este poder, que Dios usará, como antiguamente usó al asirio, como un látigo hacia los judíos infieles, cuando llegue la hora del juicio, también él mismo será visitado. Cuando la mitad de la ciudad haya sido llevada cautiva, Cristo aparecerá para su libertad, el ejército sitiador será destruido, y el remanente del pueblo salvado.
Esto cerrará los juicios preliminares. La nación habiendo sido purificada, Babilonia consumida, la última forma Satánica de dominio gentil destruida, y los enemigos que han tratado de destruir a Jerusalén dispersados, y el reino de Cristo establecido sobre la tierra. Los santos, que han salido purificados de la gran tribulación, recibirán el dominio bajo él. Tomando ventaja del quieto establecimiento del pueblo en la tierra, considerándolos como una presa fácil, un gran enemigo se levantará contra ellos. Este enemigo se llama Gog, y se dice que viene de "la tierra de Magog, príncipe de Mesec y Tubal," o como leen otros, "príncipe de Rosh, Meshec y Tubal." Pero su invasión solo guía a su desastrosa destrucción (Ezeq. 38 y 39). El resto de los gentiles se dividirán en clases, y serán recompensados o castigados de acuerdo a su tratamiento de "estos Mis hermanos," el remanente débil de santos acosados por la persecución de la bestia y el falso profeta. Pero la gran característica será el cumplimiento de todos los consejos terrenales en la persona del Segundo Hombre, el Señor del cielo, quien solo es digno de recibir el dominio, y el único que puede ejercerlo para la gloria de Dios, y para la bendición del hombre. Satanás será arrojado al abismo, mientras la novia, la esposa del Cordero, es vista en figura como la Nueva Jerusalén, reinando con Cristo por mil años.
Es una cosa solemne trazar el odio incurable del corazón humano hacia Dios. Mil años de experiencia del justo y bendito gobierno de Dios no bastará para cambiar la naturaleza del hombre. Tan pronto como Satanás es soltado de su aprisionamiento que enseguida las naciones se rebelan, pero solo para ser destruidas con fuego devorador del cielo. Esta explosión de maldad humana lleva la historia del mundo a un cierre. La tierra es quemada, los elementos ardiendo son deshechos y no se encuentra más lugar para ellos. Después los muertos, que no tienen parte en la primera resurrección, son resucitados, juzgados conforme a sus obras, y arrojados al lago de fuego. Satanás, la muerte, y el hades son de igual manera destruidos. Y ahora, el ultimo enemigo habiendo sido derrotado, la obra de reconciliación, fundamentada sobre la sangre de la cruz, es completada; un nuevo cielo y una nueva tierra son creados, en los cuales la justicia no solo reina, como durante los mil años, sino permanentemente mora; Cristo, habiendo gobernado "hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies," entrega el reino a Dios, el Padre; y Dios, siendo ahora todo en todo y no más alejado por la culpabilidad humana hace Su tabernáculo con el hombre.
Tal, como trazado en la palabra del Dios vivo, es el prospecto ante el mundo. ¿Son estas las cosas por las cuales están esperando los cristianos? En medio de todo el hablar del progreso moderno, todos los esfuerzos por el mejoramiento y la educación, de toda la jactancia del brillante futuro reservado para el mundo, ¿han comprendido ellos la verdad de que el juicio de Dios está pendiendo sobre toda esta escena? En la intoxicación del banquete de este mundo ellos ¿dan atención a la mano que traza sobre el muro las fatídicas palabras, "mene, mene, tekel uparsin"_ o están cegados a la advertencia que Dios ha dado? Además, ¿no están ellos aun fomentando las falsas esperanzas del mundo contra aquello que debiesen estar protestando, y ansiosamente flotando juntamente con el río del progreso moderno, ignorando que éste los está arrastrando a sus fatales rápidos para arrojarlos en un juicio inminente? Pronto_ no sabemos cuan pronto_ la trompeta sonará, la voz de mandó será oída, y todos los verdaderos creyentes estarán "para siempre con el Señor". ¿Qué vendrá a ser entonces del progreso moderno? ¿Qué será entonces del fruto de todas las organizaciones y asociaciones para hacer algo de esa naturaleza que la Escritura declara que es enemistad contra Dios, algo del mundo que ha rechazado y crucificado a su Señor? La jactada organización religiosa, despojada de creyentes, no será nada sino un cuerpo podrido, odioso para las naciones, que la quemarán hasta hacerla ceniza. La bulliciosa facción progresista, se volverá de esta espantosa imitación del Cristianismo a la ultima novedad del día, y serán entregados a "un espíritu de error, para que crean a la mentira." ¿Tenemos los pensamientos de Dios acerca de lo que está pasando? ¿Estamos pensando en las cosas terrenales, como aquellos "cuyo fin es destrucción," despreciando las advertencias de las Escrituras, y tratando de mejorar lo que Dios ha pronunciado que está más allá de remedio? O ¿hemos abandonado al primer hombre, y puesto de lado de Aquel a quien el mundo ha rechazado, esperando con Él por la hora cuando el verdadero mejoramiento del mundo será introducido por Él como el Segundo Hombre, el Señor del cielo, el único que puede realizar los propósitos de bendición de Dios y establecer el justo gobierno de Dios sobre la tierra?
T. B. BAINES
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