Efesios 1: 10
W. Kelly.
Cristo es el verdadero centro de los propósitos de Dios, como es solo por Él que el Espíritu Santo los revela. Entonces es, y debe ser en proporción a nuestra enseñanza del Espíritu de Cristo, que los planes divinos son comprendidos y apreciados. Cuando Él no es mantenido permanentemente ante el alma, ¿qué viene a ser del estudio de la Escritura? Entonces no es más la verdad la que santifica, sino la estéril teología que hincha. ¿Y por qué la profecía ha sido pervertida hasta llegar a hacer de ella una estéril e injuriosa especulación? Porque el gran objeto de Dios se ha perdido de vista ("que en todas Él pueda tener la preeminencia" uno podría aplicar esto aquí); y de esta manera el Espíritu Santo ha sido entristecido, y ha soplado sobre la ocupada mente del hombre. "Él me glorificará," dijo el Señor, "porque tomará de lo mío y os lo mostrará" (Jn.6:14). Desde el momento que la vista de la gloria de Cristo es suplantada por investigaciones, por ejemplo de la providencia, importante como esto puede ser en su lugar, el templo de la profecía degenera y viene a ser una casa del intelecto humano; y las mesas de este mero comercio en la mera erudición, llena sus atrios, hasta que por el justo juicio de Dios esta es desolada. Pero Su gracia tiene un mejor santuario que es abierto para aquellos que tienen oídos para oír y ojos para ver a Jesús coronado con gloria y honor en los cielos. ¡Que podamos tener gracia para acercarnos a través del velo roto, y allí junto a nuestro Maestro, con pies descalzos y con corazones llenos de adoración, seguir Su ojo y dedo descansando sobre las esferas de Sus variadas, pero armoniosas glorias!
Desde el comienzo del mundo lo que los hombres no han escuchado, ni han percibido por el oído, tampoco los ojos han visto, son las cosas que Él ha preparado a los que esperan por Él. Allí necesariamente se detiene el profeta judío. "Pero," dice el apóstol, (1 Cor.2), "Dios nos las ha revelado por el Espíritu." "hablamos sabiduría de Dios en misterio, sabiduría oculta, que Dios ordenó antes del mundo (o, las edades) para nuestra gloria." Cuan a menudo escuchamos a un miembro del cuerpo de Cristo citando las palabras, "lo que ojo no ha visto, ni oído escuchado," para justificar una ignorancia que el Espíritu de Dios se esfuerza para mostrarnos que no es más excusable. Las cosas que Dios ha preparado para aquellos que lo aman son ahora manifestadas. Nuestra posición está en contraste con aquella de los judíos. Dios nos las ha revelado a través de Su Espíritu; porque el Espíritu escudriña todas las cosas, si, las cosas profundas de Dios. Es verdad, estas cosas profundas no son las cosas del hombre, y por tanto están más allá del descubrimiento del conocimiento humano. Pero el cristiano no es llamado a andar o pensar: si parece que él es sabio conforme al mundo, debe hacerse necio para ser sabio. "Nadie conoce las cosas de Dios excepto el Espíritu de Dios." ¿Y qué es eso para el cristiano? Todo. "porque no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que es de Dios, para que podamos conocer las cosas que nos han sido dadas libremente por Dios." "Tenemos la mente de Cristo."
Así en Efesios, "dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en si mismo,
de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra.
En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, "(Efes.1:9-11).
Las grandes y preciosas revelaciones del A. Testamento, que Dios manifestó a los judíos (Dt. 30:29), pertenecen, en un sentido enfático, para ellos y sus hijos. Jehová su Dios ha reservado estas cosas secretas para Si mismo. De allí la fuerza e importancia de los versos justo citados de esta epístola. Su gracia Él la ha hecho abundar hacia nosotros en toda sabiduría y prudencia. Él nos ha dado a conocer el secreto de Su voluntad, de acuerdo a su buen placer que Él se ha propuesto en Si mismo para una administración del cumplimiento de los tiempos. ¿Y cuál es el propósito de Dios? Este está relacionado con un Cabeza, Cristo, reunir el universo, las cosas que están en los cielos y las que están en la tierra; en Él, en quien también hemos recibido herencia. Es decir, que el misterio de Su voluntad consiste de dos grandes partes: primero, Cristo debe ser cabeza de todas las cosas celestiales y terrenales; y segundo, la iglesia debe estar asociada con Él en esa herencia. Y de este modo el apóstol, habiendo tratado el designio de Dios de reunir todas las cosas en Cristo, se vuelve enseguida al propósito colateral de unir a la iglesia como heredera con Él, aludiendo primeramente a los santos judíos introducidos en estas relaciones, y después a los mismos efesios, santos gentiles a quienes él se estaba dirigiendo: "para que nosotros (los judíos creyentes) seamos para alabanza de Su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo; en quien vosotros también (los creyentes gentiles)",etc. Cuando ellos escucharon, creyeron el evangelio. Porque ellos no tenían previa revelación o esperanza como la de los judíos.
En los versos finales de este capitulo tenemos la misma doble verdad, con esta diferencia, que esta no está conectada con el propósito futuro de Dios respecto a encabezar todas las cosas en Cristo cuando los tiempos señalados hayan sido completados, sino con la actual exaltación de Cristo a la diestra Dios. Sin embargo, aquí como antes, se ve la doble gloria de Cristo. Dios lo ha dado como Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, que es Su cuerpo, la plenitud de Aquel que llena todo en todo. Esta, por tanto debe ser una cosa distinta de, aunque íntimamente conectada con, el misterio de Efes. 1:9-11. Tomemos uno de estos testimonio proféticos, y la diferencia será clara.
"Por tanto, di a la casa de Israel: Así ha dicho Jehová el Señor: No lo hago por vosotros, oh casa de Israel, sino por causa de mi santo nombre, el cual profanasteis vosotros entre las naciones adonde habéis llegado.
Y santificaré mi grande nombre, profanado entre las naciones, el cual profanasteis vosotros en medio de ellas; y sabrán las naciones que yo soy Jehová, dice Jehová el Señor, cuando sea santificado en vosotros delante de sus ojos.
Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país.
Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré.
Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.
Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios.
Y os guardaré de todas vuestras inmundicias; y llamaré al trigo, y lo multiplicaré, y no os daré hambre.
Multiplicaré asimismo el fruto de los árboles, y el fruto de los campos, para que nunca más recibáis oprobio de hambre entre las naciones.
Y os acordaréis de vuestros malos caminos, y de vuestras obras que no fueron buenas; y os avergonzaréis de vosotros mismos por vuestras iniquidades y por vuestras abominaciones.
No lo hago por vosotros, dice Jehová el Señor, sabedlo bien; avergonzaos y cubríos de confusión por vuestras iniquidades, casa de Israel.
Así ha dicho Jehová el Señor: El día que os limpie de todas vuestras iniquidades, haré también que sean habitadas las ciudades, y las ruinas serán reedificadas.
Y la tierra asolada será labrada, en lugar de haber permanecido asolada a ojos de todos los que pasaron.
Y dirán: Esta tierra que era asolada ha venido a ser como huerto del Edén; y estas ciudades que eran desiertas y asoladas y arruinadas, están fortificadas y habitadas.
Y las naciones que queden en vuestros alrededores sabrán que yo reedifiqué lo que estaba derribado, y planté lo que estaba desolado; yo Jehová he hablado, y lo haré.
Así ha dicho Jehová el Señor: Aún seré solicitado por la casa de Israel, para hacerles esto; multiplicaré los hombres como se multiplican los rebaños.
Como las ovejas consagradas, como las ovejas de Jerusalén en sus fiestas solemnes, así las ciudades desiertas serán llenas de rebaños de hombres; y sabrán que yo soy Jehová." (Ezeq. 36:22-38)
La citación es más observable, porque parece que el Señor la tenía principalmente en vista en Su conversación con Nicodemo (Jn.3). Jesús había establecido la necesidad de nacer de nuevo como condición para ver el reino de Dios; y la pregunta del líder judío, Él la respondió, diciendo "si alguno no nace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino." Carne y Espíritu no admiten modificación de naturaleza, cada una permanece distinta e inmutable. Entonces Nicodemo no debía maravillarse si los judíos debían nacer de nuevo en vista a tener parte en el reino de Dios; porque la pregunta era acerca del reino, y no solamente de la salvación. Cuando Nicodemo se pregunta, "¿Cómo pueden ser estas cosas?", el Señor le dice, "¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto? De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio. Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? "(Jn.3:11,12)
De este modo es claro, que cuando el Señor habló de la necesidad del nuevo nacimiento, el maestro judío debiese haber comprendido; porque así lo había mostrado el profeta Ezequiel.
Antes de que Israel goce las bendiciones terrenales en la tierra prometida, Israel debe nacer de nuevo. Israel será rociado con agua limpia, y tendrá un espíritu nuevo dentro de ellos. Es después de esto que ellos tendrán las cosas terrenales del reino de Dios. "Yo también os salvaré de todas vuestras inmundicias; y llamaré al grano,..." etc. "Y ellos dirán, esta tierra que fue desolada ha venido a ser como huerto de Edén." La cosa importante a decir es, que en todo esto el Señor no ha ido más allá de las cosas terrenales, o de aquellas que eran esenciales a su gozo, el nuevo nacimiento. Por supuesto, para tener bendiciones en lugares celestiales un hombre debe primeramente nacer de nuevo; pero aun el pueblo judío, como hemos visto, debe nacer de nuevo para tener las promesas terrenales en el reino de Dios. Él no había ido más allá del rango de las cosas terrenales y que un judío debiese haber aprendido de los propios profetas.
"Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? "
Sobre lo último, el Señor no toca más lejos más que para indicar el levantamiento del Hijo del hombre, y el don del Hijo de Dios en amor no a los judíos sino al mundo: esas cosas envuelven, como sabemos, la exaltación del Señor en la gloria sobre lo alto, y la unión de la iglesia con Él allí, como la plenitud del Hombre celestial. El levantamiento del Hijo del hombre fue, en cuanto a lo que concierne a la responsabilidad del hombre, la demolición (aunque en la sabiduría y gracia de Dios, la última seguridad) de todas las esperanzas terrenales de los judíos, porque en Cristo todas las promesas de Dios encuentran su lugar; y si Él hubiese sido recibido, estas habrían sido cumplidas a Su pueblo terrenal. Pero Él fue rechazado. Por tanto también Dios lo exaltó hasta lo sumo. Las promesas quedan para ser cumplidas, basadas como están ellas sobre la sangre del Mediador; pero antes que ese cumplimiento tome lugar, una nueva y extraordinaria obra se realiza; es decir, la formación del cuerpo que ha de compartir la gloria de Cristo arriba, cuando el propósito de Dios sea cumplido en la reunión de todas las cosas, celestiales y terrenales, bajo Cristo, porque la iglesia compartirá la herencia con Él. Esto, entonces, es el misterio de la voluntad de Dios: no del reino, tampoco el nuevo nacimiento, indispensable como es esto para sus promesas terrenales. De esto los profetas han hablado; pero ellos estuvieron silenciosos en cuanto al propósito de Dios que destina a Cristo y la iglesia para gobernar sobre todas las cosas en los cielos y en la tierra. La restitución de todas las cosas de ninguna manera fue un misterio.
Pero debe observarse, que 1 Ped. 1:10-12 no se refiere a este misterio, sino a otros privilegios que formaban la carga de muchas ramas proféticas. La salvación de las almas ciertamente no fue un secreto oculto: "de cuya salvación los profetas," etc. Ellos "Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos." Testificadas por los antiguos profetas, no pueden ser el misterio que en otras edades no fue dado a conocer a los hijos de los hombres, como es ahora revelado a Sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu (Efes.3).Aquí estas cosas son testificadas de antemano, y ministradas para nosotros y no para ellos; porque esto fue así revelado para ellos.
Pero claramente estos privilegios previamente revelados difieren totalmente de otra esfera de bendición que desde el comienzo del mundo fue mantenido oculto en Dios (Efes.3:9).Tampoco las epístolas de Pedro aluden una sola vez a nuestra comunión con Cristo como Su cuerpo. El misterio en ninguna parte es introducido. Somos considerados como nacidos de nuevo, "nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios" etc. Somos exhortados a ser diligentes, sobrios, etc., durante todo el tiempo de nuestra peregrinación, y andar en temor, sabiendo que nuestra redención ha sido a través de la preciosa sangre de Cristo. No podemos dudar que las personas a las cuales se dirigía Pedro eran miembros del cuerpo de Cristo; pero es cierto, que el Espíritu se detiene aquí sobre las bendiciones que brotan de la resurrección de Cristo; nuestra vida en poder incorruptible, sacerdocio santo y real, el llamamiento peregrino. Él no habla de nuestra unión con Cristo en el cielo. Entonces también, cuando el Espíritu Santo enviado del cielo es referido, como siendo el poder de la predicación del evangelio a nosotros, nunca como Aquel que constituyó, a judíos y gentiles , como la habitación de Dios (Efes.2), y quien nos bautizó en un cuerpo (1 Cor.12:13).En otras palabras, el misterio no es tratado en las epístolas de Pedro, considerando que este es el principal tema en Efesios y también en la epístola a los Colosenses.
La administración, hemos visto, espera "la plenitud de los tiempos," o el termino de los variados periodos señalados por la sabiduría divina. Todas las cosas están fuera de curso, y van de mal en peor, hasta que Cristo tome las riendas. El único Justo está desterrado del mundo, aunque conocido a la iglesia como coronado con gloria y honor en el cielo, mientras aquellos que aman al Señor de gloria sufren aquí abajo. El favorecido pueblo terrenal de Dios es un proverbio y refrán entre todas las naciones, y expulsado fuera de la tierra de la cual Dios se deleitó en ser el Propietario. ¿Y cuál ha sido, y es, la historia de ese pueblo y tierra? Sus opresores, los gentiles, ¿han andado en humillación o en orgullo? ¿Han ellos honrado al Rey del cielo? Y en cuanto a la creación ¿No gime esta y está con dolores de parto hasta ahora? ¿Y dónde está Satanás? ¿Es solamente sobre la tierra que él anda, o hay maldad espiritual en lugares celestiales? Bien, hay un tiempo establecido para cada una de estas cosas; y estos tiempos tendrán un pleno termino. Satanás perderá su dominio sobre el aire y la tierra; la creación será libertada y llevada a la libertad de la gloria de los hijos de Dios; la imagen herida da lugar a un reino eterno; Israel florecerá como la rosa, y llenará la tierra con fruto; el desierto y el lugar solitario se alegrarán para ellos, y Cristo aparecerá y nosotros con Él en gloria. Esta será la plenitud de los tiempos de la cual se habla.
Cuando la destinada plenitud llegue, cuan grande nuestro gozo, amados, verle a Él, no solo como la bendición de Melquisedec bendiciendo a Dios y al hombre, como el actual Poseedor del cielo y la tierra, todas las cosas serán encabezadas por Aquel que, aunque es el Dios Altísimo, administra como el Hombre exaltado; nosotros mismos cerca de Él y verdaderamente uno con él, entonces olvidaremos todo, salvo Su amor y gloria. Y aun así (¡oh qué gracia!) ¿No es así ahora, con relación a Su amor? ¿No somos aquí y ahora miembros de Su cuerpo, de Su carne y huesos? Aun así ciertamente anhelamos por el día cuando al verle, seremos para siempre como Él, de acuerdo al poder por medio del cual Él es capaz aun de subyugar todas las cosas a Si mismo.
Si, todas las cosas en el cielo y la tierra serán encabezadas en Él, no cosas bajo la tierra (seres infernales); toda rodilla se doblará, y cada lengua confesará que Jesucristo es Señor para la gloria de Dios Padre. Dignamente Él ha ganado tal lugar, el bendito Señor. ¡Y cuán verdadera es la palabra!
"Quien, subsistiendo en la forma de Dios, no pensó ser igual a Dios como cosa a la cual aferrarse, sino que se despojó a Si mismo, y tomó forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre," (Fil. 2:6-9)
Es falso, absolutamente falso, que Jesús tomó este lugar cuando nació. Es verdad, que entonces llegó la plenitud del tiempo para que Dios enviase a Su Hijo. Los mismos hijos estaban esclavizados bajo los rudimentos del mundo, y todos estaban encerrados bajo pecado. Él hombre se había mostrado competente para arruinarse a si mismo bajo la ley de Dios, y solo más rápidamente porque la ley era buena y él era malo. Pero ¿fue la obra de Dios hecha cuando el Hijo estuvo aquí, nacido de una mujer, y bajo la ley? De ninguna manera. La encarnación fue el medio, no el fin. La redención fue el gran punto al cual se volvió Dios. Por tanto el Hijo fue de este modo enviado y vino para redimir a los que estaban bajo la ley, para que ellos pudiesen recibir la adopción de hijos. Y porque vosotros (los gentiles, que no habían estado bajo la ley) sois hijos, etc. (Gál. 4:4-6)
Volviéndose a las más amplias y elevadas esferas de los Colosenses, escuchamos la misma verdad. En el amor del Hijo de Dios tenemos redención, el perdón de pecados; "que es la imagen del Dios invisible, el Primogénito de cada criatura." ¿Es este Su título más elevado? ¿Es esta Su gloria divina? No; pero fundamentado sobre esto. Él es el Primogénito de toda criatura, no porque Él participó de carne, tampoco porque Él fue el Santo Hombre que triunfó sobre todas las consecuencias del pecado del primer Adán, y venció a aquel que llevó al primer hombre cautivo a su voluntad: en una palabra, no porque Él estuvo aquí abajo, como el más fiel y glorioso, sino porque Él era el Creador. Él es el Primogénito de toda criatura, porque por (o, en virtud de) Aquel por quien todas las cosas fueron creadas. Aquí está Su derecho a la supremacía en cuestión.
"Porque por Él fueron creadas todas las cosas, las que están en los cielos, y las que están en la tierra, visibles e invisibles, ya sea tronos, dominios, o principados, o poderes: todas las cosas fueron creadas a través de Él, y para Él: porque Él es ante todas las cosas, y por (o, en virtud de) Él todas las cosas consisten" (Col. 1:16,17)
Su primacía sobre toda la creación fluye de Su divino poder creativo. El afirma esto como Hombre; pero Su titulo fluye de otra y más elevada fuente. Pero Él es más que el Primogénito de toda creación. Él es cabeza de un cuerpo, la iglesia,"el comienzo, el Primogénito de los muertos" Esto como lo hemos visto, es la gloria de la cual trata especialmente la epístola a los Efesios.
El pecado estaba aquí abajo, el hombre que debiese haber sido el primero, era el más bajo moralmente; y la misma creación, a causa de él, estaba bajo la esclavitud de la corrupción. Y aquellos a quienes Dios estaba a punto de introducir en la iglesia, ¿qué eran ellos? Alejados y enemigos en sus mentes por malas obras. Entonces, aunque el Verbo se hizo carne y tabernaculizó entre nosotros, aunque toda la plenitud de Dios quiso habitar en Él, aun esto no podía enfrentar el mal y la miseria del hombre, tampoco la santidad y el corazón de Dios. La luz de Dios estaba allí, Su amor estaba allí; en Él estaba la vida y la vida era la luz de los hombres. ¡Ay! Fue manifiesto que los judíos, que todos, estaban irreparablemente ciegos, si, y muertos.
"Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado.
El que me aborrece a mí, también a mi Padre aborrece.
Si yo no hubiese hecho entre ellos obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora han visto y han aborrecido a mí y a mi Padre." (Jn.15:22-24)
¿Qué debía hacerse? "de cierto, de cierto os digo, "dice el Señor, "si el grano de trigo no cae a tierra y muere, queda solo; pero si muere, este da mucho fruto." Su muerte solo podía libertad. Pero esto siempre estuvo ante el alma de nuestro bendito Maestro.
"Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y como me angustio hasta que este sea cumplido!" El vino por agua y sangre, es decir, Jesucristo; no por agua solo, sino por agua y sangre "(1 Jn.5)
Entonces en la epístola a los Colosenses, Col. 1:20-22, leemos, "y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz. Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él;"
La iglesia está reconciliada aun ahora. A los miembros vivientes de Cristo puede decirse, "os reconcilió." La creación aun no ha sido reconciliada, aunque la sangre de la cruz ha sido derramada, y sobre ella la reconciliación está fundamentada; y esto será así en la plenitud de los tiempos.
Al presente no tal administración tiene lugar, aunque aquí debemos aprender que el propósito de Dios se cumplirá. Cristo es, sin duda, Cabeza de los ángeles, de judíos, de los hombres, de la creación. ¿Pero está Él ejerciendo estos derechos? Ahora es de la administración cuando los periodos estén maduros de lo cual habla nuestro verso. Pero ninguna de estas cosas están siendo ahora reunidas. Por el contrario, debe haber todavía una crisis profunda de rebelión como nunca la ha habido. Este es ahora el tiempo cuando todas las cosas están separadas de Cristo, o si reunidas, solo en la ruina e indignidad que la astucia y poder de Satanás ha introducido. Este es el tiempo de otro reunir, la reunión de los co-herederos que serán glorificados con Cristo.
Sino que esta es la reunión de Efes. 2, no de Efes.1. Esta es la reunión de los miembros de Su cuerpo, no de los sujetos de Su gobierno.
Algunos, sé, han imaginado que por "todas las cosas en los cielos y la tierra" significa la iglesia. Pero ante todo la expresión "todas las cosas," etc., prohíben el pensamiento. La iglesia nunca fue y nunca será, "todas las cosas." Y aunque ahora el llamamiento está siendo efectuado sobre la tierra, no es una reunión allí, sino fuera de esta, y aun cuando completa, está en el cielo; considerando que la reunión en Efes. 1:10 es una reunión, al mismo tiempo, de todas las cosas que están en los cielos y la tierra, bajo Cristo. Nuevamente, la iglesia no solo es un cuerpo elegido, sino que en el v.11 tenemos a miembros de ella referidos como una cosa adicional al encabezamiento de todas las cosas bajo Cristo, "en quien también hemos obtenido" etc. Además, en el v.22 tenemos "todas las cosas" nuevamente referidas como puestas por Dios debajo de los pies de Cristo. Quien es dado como Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia; que por tanto, lejos de estar mezcladas en todas las cosas, goza y comparte Su supremacía, como Su cuerpo y gloriosa novia.
Esto es completamente confirmado por los versos inmediatamente antes y después del v.10: en un caso donde el misterio de la voluntad de Dios es dado a conocer relacionado con todas las cosas en los cielos y en la tierra; y en el otro, debido a que son referidos como teniendo el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia. Tal es lo que tenemos mientras tanto: no la posesión que viene en la dispensación de la plenitud de los tiempos y no antes, pero mientras tanto el Espíritu, como arras hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de Su gloria. Porque cuando esa plenitud llegue, será gloria, Su gloria, y no como ahora los tratos y riquezas de Su gracia, ¡Qué el Señor apresure ese glorioso día!
W. Kelly
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