La pregunta, ¿qué santos estarán en la tribulación? Se presenta a cada uno que está ocupado con las esperanzas de la iglesia de Dios y con las declaraciones proféticas de las Escrituras en cuanto al cierre o final de la penosa y laboriosa historia de la tierra. Por una parte, la ansiedad personal sugiere esto, y por la otra esto se conecta íntimamente con los más serios y vitales puntos de la investigación profética; o más bien con el verdadero carácter de la iglesia de Dios y su condición al final. No puedo, en el espacio que se me permite, entrar detalladamente en las declaraciones del A. Testamento en cuanto al remanente, tampoco del N. Testamento en cuanto a la iglesia. Pero una breve respuesta a la pregunta quizás arrojará luz sobre los puntos aludidos y sobre el rapto o arrebatamiento de los santos. Me propongo añadir un desarrollo de la verdadera fuerza de 2 Tes. 1,2, a menudo introducidos en las discusiones que se han producido acerca de estos temas.
Primero, en cuanto a nuestro estar en la tribulación: ¿cómo sé que hay una tribulación? Debo obtener alguna revelación de esto. Aquel que quisiese poner a la iglesia en esto me responderá, estoy seguro, que las Escrituras son claras sobre este punto. Al final habrá una tribulación, un tiempo tal como nunca lo ha habido, hasta que el Señor introduzca la libertad. ¿Cuáles, entonces, son las escrituras que nos hablan de tal tribulación? No estoy consciente de algunas otras directas referencias que estas: Jer. 30:10; Daniel 12:1; Mateo 24:21; Marcos 13:19 (Lucas no habla de esto, tampoco de la abominación desoladora); a las cuales podemos añadir los pasajes más generales de Apoc. 3:10; 7:14. Los primeros cuatro pasajes efectivamente prueban que habrá un tiempo de tribulación tal como nunca lo había habido desde que ha existido nación, o como se expresa Marcos, "tal como no la ha habido desde el comienzo de la creación," Los pasajes de Apocalipsis se aplican, como veremos, a una esfera más amplia que las precedentes; pero como estos hablan de una gran tribulación, por supuesto, los he citado. Habrá entonces una tribulación. La otra parte de la pregunta aun queda: ¿nosotros, quienes componemos la iglesia, estaremos en la tribulación?
La respuesta a esta pregunta debe buscarse en los pasajes que hablan de la misma tribulación. El primero de ellos, Jer. 30:7, es claro como es posible al anunciar a quienes estarán en ella: "tiempo de angustia para Jacob, pero él será libertado." Este tiempo, entonces, de tribulación, tal como nunca lo ha habido ni lo habrá (de manera que no puede haber dos), es el tiempo de angustia para Jacob. Nada puede ser más claro. Puede leerse todo el capitulo, que establece en la más clara luz esto. No es solamente que Jacob se encontrará allí, sino que cuando se dice, "¡Ay! Porque grande es ese día, que no hay ninguno semejante a este," la tribulación referida es la angustia de Jacob.
El próximo pasaje está en Daniel 12:1. Allí también se declara positivamente que se trata del pueblo de Daniel. Toda la profecía es la descripción de lo que ha de ocurrir al pueblo de Daniel en los últimos días, Dn. 10:14. También Miguel (compare Dn. 10:21), se levantará por ese pueblo, y como ha dicho Jeremías, ellos serán libertados de ella (es decir, el remanente elegido_ aquellos inscritos en el libro). El testimonio de Daniel también es entonces completamente claro. La tribulación es la tribulación del pueblo de Daniel. Pero esto es más importante porque nos lleva enseguida a Mateo, donde el mismo Señor declara que habla de este mismo tiempo y evento, usando los términos de Daniel, y refiriéndose a él por nombre como también en cuanto a las declaraciones del pasaje. Compare Mt. 24:15; Dn. 12:11.
Pero también todo el lenguaje del pasaje en Mateo confirma esto. Aquellos que están en Judea deben huir a los montes. Aquellos que estén sobre las azoteas de sus casas no deben descender a buscar algo. La abominación que causa la desolación se habrá establecido en el lugar santo. Ellos deben orar para que su huida no sea en día sábado. Falsos Cristos y profetas seducirán y engañarán con las esperanzas valoradas por el pueblo judío. Todo es local y judío_ estas cosas no tienen ninguna aplicación a las esperanzas que descansan sobre ir a encontrar al Señor en los aires. Lo que está en cuestión es "carne" siendo "salva" (vida librada sobre la tierra). Marcos relata evidentemente el mismo evento y casi exactamente en los mismos términos. De este modo estos cuatro pasajes, que hablan de una tribulación sin igual, se aplican clara y directamente a Israel, Jerusalén y Judea, y los judíos, y no la iglesia. Este es un orden y una esfera de cosas completamente diferente a la iglesia, y declaradamente así.
Hay dos pasajes que, como he dicho, son más generales: Apoc. 3:10 y 7:14. ¿Se aplican, entonces, estos a la iglesia? El lenguaje de Apocalipsis 3:10 es este, "Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra." Es decir, que cuando la iglesia es dirigida, es con la declaración que ella será guardada de esa hora que vendrá para probar a otros. De manera que de este modo, en lo que concierne a los testimonios de las Escrituras, estos declaran que la tribulación sin igual es para Jacob, y que, cuando el tiempo de tentación o prueba es referido como dirigiéndose a la iglesia, se declara que los fieles serán guardados de esa hora.
Apoc. 7:14 puede parecer más difícil; aun así da el mismo testimonio a la verdad. Porque los reyes y sacerdotes celestiales (es decir, los ancianos que los representan desde el comienzo de la segunda parte, o de esa parte más estrictamente profética) son claramente otra clase de personas, que no han salido de la gran tribulación. Uno de estos ancianos explica a Juan quienes son estos que han salido de la gran tribulación, que son otras personas. Uno de ellos pregunta a Juan, ¿quiénes son estos que están vestidos con vestiduras blancas? Etc. Juan se refiere a él, y entonces éste le explica. Es decir, que los ancianos coronados son una clase distinta de ellos; de manera que, mientras admitiendo que el pasaje es oscuro en ciertos puntos, es claro en esto_ al presentarnos a los ancianos y a aquellos que salen de la gran tribulación como siendo dos clases distintas de personas. Los ancianos coronados no son representados como habiendo estado en la tribulación, sino como señalando a otros como siendo los que han salido de aquel periodo. Cada elemento de la descripción de estas personas confirma esta distinción.
Otro pasaje, Apoc. 12, mientras usando el término tribulación, aun así hablando de la época en que esta debe tener lugar, confirma fuertemente esta misma verdad. Cuando Satanás y sus ángeles son derrotados por Miguel, él es arrojado fuera y desciende a la tierra, teniendo gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo, y persigue a la mujer. Ahora ¿cuál es el efecto de este muy importante evento sobre aquellos que pueden celebrar su expulsión? Que la prueba de los santos celestiales ha terminado, y aquella de los habitantes de la tierra y el mar está a punto de comenzar en su más formidable forma, porque Satanás ha sido arrojado hasta allí. El lenguaje es este: "Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte. Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo." Ahora, no digo que este es el momento del rapto, porque pienso que este está incluido en el hijo varón que ha sido tomado al cielo. Pero digo que, al comienzo de la gran ira de Satanás por los tres años y medio, la completa libertad de los santos celestiales de su poder, y su definitivo triunfo es celebrado; es decir, que ellos no son expuestos al último periodo de la ira de Satanás. Este capitulo, entonces, confirma, en la más plena forma, la exención de la iglesia de este último y terrible tiempo de prueba. Estoy satisfecho que toda la enseñanza y estructura del Apocalipsis confirma la misma verdad; pero esto evidentemente me guía a una demasiada amplia esfera de investigación.
Hemos encontrado que los pasajes que hablan de la tribulación se aplican primero a los judíos por una parte, y los otros excluyen a la iglesia de este periodo. No veo como esto podría presentarse más claro por las Escrituras.
Ahora me vuelvo a la interpretación de 2 Tes. 1,2. En el último de estos capítulos hay (pienso que puedo decir) una reconocida errada traducción, cuyo verdadero e indudable sentido presenta la clave a todo el pasaje. Me refiero al v.2, "como que el día de Cristo estuviese cerca": debiese mas bien traducirse, "está presente." La palabra es usada para, y es traducida en dos lugares diferentes, "presente", en contraste con cosas futuras, ". Este es siempre su sentido en las Escrituras. Lo que estaba turbando a los tesalonicenses y confundía su modo de pensar, era que ellos habían sido guiados por falsos maestros (que pretendían hablar por el Espíritu y aun alegaban que tenían una carta de Pablo para este efecto) a suponer que el día de Cristo había llegado y estaba ya allí. La violencia de la persecución era muy grande; y como el día del Señor es en efecto referido como siendo un día de terror y prueba en el A. Testamento, estos falsos maestros se habían provechado de esto para persuadirlos que este día estaba allí.
El apóstol con sabiduría divina los corrige moralmente en el cap.1, en cuanto a sus sentimientos en cuanto a esto, antes de entrar en el cap.2 en una positiva instrucción en cuanto al hecho de la venida del Señor. Él les muestra la locura (ya que Cristo debe aparecer para ese día, Él mismo estará presente en aquel día) de suponer que fue Su propio pueblo y fieles a quienes Él iba a hacer sufrir y arrojar dentro de angustia y tribulación. No; eran Sus enemigos y los suyos quienes serían atribulados en aquel día, y ellos mismos estarían en descanso y paz. La misma justicia de Dios aseguraba esto. Era cosa justa que Dios pagase con tribulación a aquellos que los atribulaban, y a Sus atribulados darles descanso, cuando Cristo fuese revelado, porque era esto lo que introducía el día. Por sus tribulaciones solo se les mostraba que Él los contaba como dignos de Su reino.
En una palabra, como era el día de Cristo y era introducido por Su presencia personal, cuando este día estuviese allí, ellos tendrían descanso y sus perseguidores, tribulación. Es el contraste del estado cuando el día está allí, no la época de su comienzo, de lo cual se habla. Realmente, si hubiese sido así, este habría sido un pobre y no inspirado consuelo, porque ellos no tendrían descanso todavía. Por otra parte, los adversarios de la espera constante de Cristo no ganarían nada; porque las palabras del apóstol, de este modo interpretadas habrían guiado a los santos en tesalónica a una constante espera de Su aparición, en lugar de su rapto, como el momento cuando tendrían descanso. Pero la verdad es que, al usar la palabra griega anesis (angustia). Como significativa del momento de alcanzar, descanso es un error. La palabra, aunque usada para el tiempo de obtener relajación, es igualmente usada para un estado de comodidad, o aun de placer. Esta nunca es usada en las Escrituras para el momento de obtener relajamiento de la prueba sino siempre en el sentido general de un estado de comodidad, como contrastado con theipsis(angustia.) Toda y la única fuerza del razonamiento del apóstol es este, que como el mismo Señor va a introducir ese día, este no podría, cuando estuviese allí, ser un día de angustia para Su pueblo, sino evidentemente para Sus enemigos y perseguidores. En el cap. 2 él procede a desplegar ante ellos el verdadero orden de los eventos, y especialmente en conexión con el lugar en el cual ellos estaban.
Aquí, nuevamente, enfrentamos una pregunta del criticismo, pero esto afecta muy poco el razonamiento del apóstol. Algunos cambiarían aquí la versión autorizada, y leerían, "pero os ruego, hermanos, concerniente a la venida," etc., en lugar de "por la venida." La preposición se usa en ambas formas; pero su constante fuerza con las palabras de ruego es "por" (a veces "para," que no tiene lugar aquí). La fuerza del razonamiento del apóstol es esta, que como ellos debían reunirse a Cristo, ellos no podían estar en el día que debía llegar por Su aparición; ellos debían ir al encuentro del Señor en los aires, y entonces no estarían en los juicios de ese día, con sus pruebas y terrores.
El apóstol les había enseñado en su primera epístola que ellos debían ser tomados para encontrar al Señor en los aires. Entonces él podía referirse a esta como una verdad conocida. Los santos no debían esperar la venida del día del Señor sobre la tierra, sino ir al encuentro del Señor en los aires, para estar siempre con Él. Cuando Él apareciera, ellos, sabemos, aparecerían con Él. Pero aquí él habla de lo que ellos debiesen haber recordado, que irían arriba antes de ese día, y entonces no podrían estar, de ningún modo, en su actual estado sobre la tierra, si ese día estaba allí. La conexión de la iglesia con el retorno del Señor era, ir arriba a encontrar al Señor en los aires, para estar con Él. El día era una cosa completamente distinta; esto era venganza de Su presencia. Tampoco el día podía venir antes de que los objetos de venganza estuviesen allí. Una apostasía vendría, y el hombre de pecado sería manifestado, a quien el Señor consumiría con el aliento de Su boca, y destruiría por la aparición de Su presencia.
Es decir, que tenemos dos cosas, (que por otras escrituras también sabemos que son distintas, exactamente en esta forma, la venida de Cristo, y la manifestación de esta; porque cuando Él aparezca, nosotros apareceremos con Él, entonces debemos estar con Él antes de que Él aparezca), la venida de Cristo y la aparición de Su presencia, con una de las cuales los santos están directamente conectados, por ser reunidos a Él; con la otra, el día, porque a Su aparición él ejecutará juicio contra los impíos. Estos serán castigados con eterna destrucción de la presencia del Señor, y de la gloria de Su poder. Pero Él vendrá para ser glorificado en Sus santos, y admirado en todos aquellos que han creído; es decir, que ellos estarán en el despliegue de esta gloria en ese día. Ellos aparecerán con Él en gloria_ serán como Él. Ahora, es completamente cierto que ellos no aparecerán con Él cuando sean tomados para ir a Su encuentro en los aires. De esta manera no se trata solamente de expresiones particulares, aunque estas son claras y fuertes, sino del alcance, objeto, y curso de razonamiento de todo el capitulo, que muestra la distinción del rapto de los santos antes de que Cristo aparezca, y la venida del día cuando Él sea admirado en ellos.
Lo que es importante notar es, la completa diferencia de relaciones en que los santos son puestos con Cristo: pertenecemos a Él, vamos a Su encuentro, apareceremos con Él, seremos glorificados juntamente. El resultado practico es, no solamente aclarar una cuestión de fechas o tiempo, sino un cambio de todo el espíritu y carácter de nuestro esperar y de la venida de Cristo. Esperamos para que Él venga y nos tome a Si mismo, que es la plena realización de nuestro llamamiento celestial. No hay eventos conectados con nuestras relaciones con Cristo. No tenemos necesidad de juicio para participar en la bendición bajo Él; salimos de en medio de todos los eventos para encontrarlo arriba. Los judíos y el mundo serán libertados por medio de juicios. Entonces ellos deben esperar el curso de los eventos y la plena madurez del mal terrenal para juicio; porque el juicio no vendrá antes. Entonces, encontramos en los Salmos el llamado por juicio y los tiempos de este, la declaración del abrumador carácter del mal, y clamar a Dios para que se muestre y dé su pago a los orgullosos. La iglesia sobre la tierra no tiene necesidad de buscar esto; ella pertenece a Cristo, y será tomada al cielo fuera del mal.
Añado unas pocas palabras sobre otro pasaje que se me ha sugerido como siendo uno que ha creado algunas dificultades en las mentes de algunos, realmente deseosos de la verdad. Pienso en la conexión de los cap.4 y 5 de la primera epístola a los Tesalonicenses. Confieso que a mi no me afecta en alguna forma; pero como afecta la de otros, es bueno considerarlo. La dificultad, si hay alguna, se produce de una seria confusión en las mentes de aquellos que las hacen_ la misma confusión a la cual fueron guiados los tesalonicenses, es decir, tomar la tribulación por el día de Cristo. Porque para el día de Cristo, Cristo debe aparecer. Solo debemos mantener esto claro en nuestros pensamientos, y todas estas dificultades desaparecen.
Los tesalonicenses esperaban sinceramente la venida de Cristo, sin nuevo conocimiento de la forma u orden de esta, de manera que habían pensado que los creyentes que habían muerto, y quizás muerto aun por Cristo, no estarían allí para ir a Su encuentro. Este error el apóstol lo corrige. Él les dice que ellos no deben entristecerse como aquellos que no tienen esperanza; que ellos no serán dejados fuera del cortejo de gloria; que Cristo los traería con Él. Después les explica la forma, y les muestra que esto es por su resurrección, que tendría lugar aun antes de que los santos que estuviesen entonces vivos fuesen transformados; y cuando esto fuese obrado por poder, todos irían al encuentro del Señor en los aires, y así estarían siempre con el Señor. Esto explica la forma en que esto tendrá lugar por medio de una clara revelación. Ellos irán a Su encuentro_ posteriormente, como lo hemos visto por la epístola a los Colosenses, apareceremos con Él cuando Cristo se manifieste. Esta parte presenta solamente la asociación de los santos con Cristo, que es nuestra propia porción.
Pero él ha dicho, como verdad general, en respuesta a sus temores, que Dios los traería con Cristo. Esto lo guía naturalmente al tema general. Él no tenía necesidad de hablar de tiempos y sazones. Los tesalonicenses sabían perfectamente que el día del Señor vendría como ladrón en la noche, y cuando ellos (el mundo) dijese paz y seguridad, súbita destrucción caería sobre ellos, como los dolores de parto sobre una mujer; él añade, "pero vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas para que aquel día os sorprenda como ladrón: porque vosotros sois hijos del día." Se alega que el apóstol no podría haber dicho que el día no caería sobre ellos como un ladrón, si ellos no estaban expuestos a ser tomados por éste. Ahora, si la enseñanza del apóstol es examinada, aun en el lugar, no hay posible fundamento para esto: porque en el día del Señor ellos deben aparecer con Él. Pero él les había enseñado que debían ser tomados para ir al encuentro del Señor en los aires y ser llevados con Él. Es decir, que él les había enseñado que era imposible sugerir que el día los tomaría en una u otra forma. Ellos eran del día, por decir así, como realmente dice, "sois hijos del día," "somos del día."
Este pasaje no dice nada acerca de estar en la tribulación_ ya hemos tratado ese punto; pero la objeción confunde la tribulación y el día que realmente la cierra. La tribulación es el poder de Satanás (aunque el juicio de Dios en aflicción); el día de Cristo, quien ata a Satanás. Pero el pasaje no habla de la tribulación, aunque no supone nada de esa forma; pero habla del día del Señor, y con instrucción en cuanto a la porción de los santos, que muestra que no tiene nada que hacer, en ninguna forma, con ellos. Ellos son de este y vienen en su poder. Todo lo que dice es_ que el día los tomará como un ladrón: pero no caerá sobre vosotros, porque vosotros sois del día. Este no dice nada de tiempos y sazones, sino que niega la aplicación de la bien conocida verdad para ellos.
J. N. Darby.
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