Este es un término usado por el Señor Jesús para denotar el periodo de supremacía gentil en la tierra (Lc. 21:24). Este cubre todo el periodo desde la destrucción de Jerusalén por Nabucodonosor hasta la gloriosa aparición del Señor Jesús para la libertad del pueblo de Israel y para el establecimiento de Su propio reino milenial.
Fue la parte de Daniel darnos las particularidades. Su libro tiene un lugar único en el volumen inspirado, y es, en consecuencia, de un carácter muy importante. Este atraviesa un terreno no proseguido por algún otro profeta. Los profetas en general pasan en silencio el tiempo del dominio gentil. Ellos tratan con la conciencia del pueblo en Israel y Judá, en cuanto a su estado moral y el tiempo de su testimonio, y después pasan a la venida de Cristo, cuando todos los propósitos de Dios concerniente a la tierra, retrasados por el fracaso de la simiente escogida, serán plena y gloriosamente cumplidos.
Pero la línea de Daniel es completamente diferente. Él no tuvo palabra directa para el pueblo en cuanto a su estado y prospectos, pero se le confiaron revelaciones en cuanto al período intermedio entre su puesta a un lado y su restauración final en gracia. Su libro tiene dos partes. Daniel 1-6 registra visiones concedidas al monarca pagano, Nabucodonosor, con las interpretaciones de ellas por Daniel, algunas de ellas conectadas con eventos históricos son también añadidas. Daniel 7-12 nos presenta visiones otorgadas al mismo profeta, en donde el mismo terreno es cubierto como en Nabucodonosor, pero en una forma mucho más plena, con referencia especial al pueblo de Dios, la nación de Israel.
Daniel 1 comienza con una solemne declaración de que el rey de Babilonia sitió y tomó Jerusalén, apresando al rey y llevando al pueblo cautivo, y llevándose los utensilios de la casa de Dios a Babilonia. Es muy importante observar esto, ya que nos presenta el fundamento sobre el cual las profecías de Daniel proceden. El trono de David era el trono de Jehová (1 Crón. 29:23), y Jerusalén era la ciudad de Dios, la ciudad del Gran Rey (Sal. 48:2,8).La intención de Dios desde el principio ha sido administrar la tierra por medio del pueblo de Israel. Ellos son el centro de Sus designios con relación a la tierra. "Cuando el Altísimo hizo heredar a las naciones, cuando hizo dividir a los hijos de los hombres, estableció los límites de los pueblos según el número de los hijos de Israel" (Dt. 32:8) Aquí aprendemos que la división de la tierra entre los descendientes de Noé, registrada en Gén.10,11, no fue una mera materia de casualidad, sino algo regulado por el Altísimo en vista a Su propósito futuro. Israel, como hemos dicho, en Su centro. Jerusalén es Su divinamente escogido asiento del gobierno, y la casa de David sus administradores terrenales.
Todo esto falló, ¡ay! Como sucede a todo lo que es confiado a la responsabilidad del hombre. Israel abandonó a Jehová su Dios, y se mostró como un infiel testigo a las naciones que lo rodeaban. La casa de David se alejó de Él_ su representante más escogido, Salomón, fue líder en el camino del mal. Dios no puede ser un partido para Su propio deshonor. Israel habiéndose sumergido al nivel de aquellos que lo rodeaban, si no en algunos respectos, peor que ellos, era entonces imposible para Dios mantenerlos en la elevada posición en la cual los había establecido, especialmente ya que cada fiel testimonio por medio de muchos profetas levantados no fue de valor para ellos. El resultado de todo fue que Jehová derribó el trono que Él mismo había establecido, desterrando a la casa de David y a la nación culpable de la buena tierra, y otorgó el poder supremo , por un tiempo, a los gentiles. Este poder ha sido abusado por sus sostenedores gentiles, como lo hizo Israel anteriormente, pero queda con ellos hasta la venida del Hijo del hombre, a quien pertenece el dominio y la gloria.
Daniel 2 nos presenta la visión concedida a Nabucodonosor. Este fue un despliegue profético del futuro y un testimonio personal para él. Él ahora era supremo en la tierra. Cada enemigo había sido sometido, y él había alcanzado la cima de la gloria y majestad terrenal. ¿Cómo usaría él este poder y posición? El sueño le fue enviado para que supiera que su posición no había sido alcanzada por la mera habilidad o poder, sino que la mano de Jehová estaba en esto. Entonces él era responsable de actuar como Su mayordomo sobre el trono de la tierra.
No es necesario detenernos sobre la agitación de los pensamientos del rey después de ver la visión, ni en su irrazonable demanda sobre los Caldeos, por medio de lo cual la impotencia de la sabiduría humana fue manifestada. Tampoco hay necesidad de detenernos sobre su decreto tirano, o en el ejercicio del corazón de Daniel ante Dios acerca de este asunto; sino que procederemos directamente a la visión y su interpretación. El profeta dice, "Tú, oh rey, veías, y he aquí una gran imagen. Esta imagen, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible. 2:32 La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce; 2:33 sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido.
2:34 Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó. 2:35 Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra" (Dn. 2:31-35)
"Este es el sueño". En esta gran imagen compuesta de cuatro metales, es vista la monarquía gentil como un todo, con sus variadas deterioraciones. Nos detendremos más plenamente ahora sobre los diferentes poderes; y por ahora bastará nombrarlos_ Babilonia, Medo-Persa, Grecia, y Roma. Ellos son llevados a un fin por el violento golpe de una piedra cortada sin manos, que después vendrá a ser una montaña que llenará toda la tierra.
Algunos han pensado que esta piedra es el evangelio, pero un momento de reflexión convencerá a cualquier lector reflexivo que este es un error. El evangelio de la gracia de Dios no está designado para destruir y dispersar los reinos de la tierra, sino para salvar almas individualmente en vista a tener parte con el Hijo de Dios en el cielo. El evangelio deja el poder terrenal donde lo encuentra, llamando a aquellos que creen a salir del mundo para ser peregrinos y extranjeros aquí hasta que venga el Señor. La piedra es Cristo, el reino viniendo en poder, y gloria, para derribar todo dominio y autoridad. Dios se ha propuesto poner todas las cosas bajo los pies de Cristo, y darle un reino que gobernará todo (Heb. 2:6-8; Sal.8). Esto será realizado por medio del juicio. Su camino al trono será resistido cuando Él aparezca, para destrucción y ruina de Sus enemigos, y de sus reinos para siempre (Sal. 45:3-5; Dn.2:44; Apoc.19:11-21). Toda la escena entonces será puesta bajo la mano de Aquel a quien Dios puede confiar, diferente a Nabucodonosor, o Salomón con toda su sabiduría y gloria.
Volviéndonos ahora a Dn.7, donde el despliegue de estas materias es más plena, y con justa y especial referencia al pueblo de Dios. La visión fue concedida al profeta "en el primer año de Belsasar, rey de Babilonia." Es bueno notar esto. A los hombres no le agrada el pensamiento de que Dios conoce el fin desde el comienzo, y es capaz de hablar de las cosas que no son como si fuesen. El poder babilónico no había sido aun quebrantado, aun así Dios da a conocer a Su siervo su sucesor en el dominio, prosiguiendo el tema justo hasta la venida del Hijo del hombre.
"Daniel dijo: Miraba yo en mi visión de noche, y he aquí que los cuatro vientos del cielo combatían en el gran mar. 7:3 Y cuatro bestias grandes, diferentes la una de la otra, subían del mar." (Dn. 7:2,3). Aquí son vistos los diferentes imperios gentiles, no como un todo, como en Dn.2, sino de forma separada. El mar es un emblema de las naciones, los vientos son elementos perturbantes en general. De este modo cada uno de estos imperios se ha levantado de una conmoción de las naciones. Algunos preguntarán, "¿Por qué ellos son mostrados como bestias salvajes? Aprendemos en esta figura su carácter a los ojos de Dios. Las bestias viven para la satisfacción de sus codicias, sin ningún sentido de responsabilidad hacia Dios. La figura es una. Babilonia, ni Persia, etc., han gobernado para Dios; amor del poder y ambición de conquista han caracterizado a cada uno de ellos en un mayor o menor grado.
La primera bestia es fácilmente reconocida. Esta era "como un león, teniendo alas de águila." Este es el poder de Babilonia. Jeremías 4 alude a esto bajo la figura de un león, y Ezeq. 17:3 como un águila. Jer. 49:19-22 une las dos figuras. En la visión de Nabucodonosor él fue mostrado como la cabeza de oro. Este fue el poder al cual Dios encomendó el dominio después de poner a un lado a Israel y la casa de David. Es un hecho notable que mientras Israel aun era reconocido por Dios, a ningún poder se le permitió alcanzar la supremacía en la tierra. Egipto y Asiria aspiraban a esto y contendían por ello, pero ninguno obtuvo la codiciada posición. Pero cuando llegó el debido tiempo para derribar el trono de David, se le permitió al poder de Babilonia que se estaba levantando, subyugar a los antiguos imperios nombrados, y de este modo llegar a ser suprema entre las naciones. La continuación en esto dependía de la fidelidad a la confianza encomendada por Aquel que gobierna en el reino de los hombres, y da a quien quiere el reino. Babilonia se mostró infiel, y posteriormente fue puesta a un lado. En Dn.7:4 tenemos su humillación mostrada en una sorprendente forma. El profeta veía que sus alas de león le eran arrancadas: "y fue levantada del suelo y se puso enhiesta sobre los pies a manera de hombre, y le fue dado corazón de hombre. " Otro profeta un tiempo antes había dado los límites de su dominio. Jehová dijo a través de Jeremías, "Y ahora yo he puesto todas estas tierras en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y aun las bestias del campo le he dado para que le sirvan. 27:7 Y todas las naciones le servirán a él, a su hijo, y al hijo de su hijo, hasta que venga también el tiempo de su misma tierra, y la reduzcan a servidumbre muchas naciones y grandes reyes." ¡Qué comprensiva es la palabra de Dios!
El destructor y sucesor de Babilonia le fue mostrado a Daniel como un oso que se levantaba más de un lado, y que tenía tres costillas entre sus dientes (Dn. 7:5). Este es el poder Medo-Persa, el bien conocido captor de la poderosa Babilonia. La figura usada adecuadamente muestra su ferocidad y ambición de conquista. En su desigualdad podemos observar la exactitud del Espíritu de Dios en los detalles de la Escritura. En el próximo capitulo, donde el mismo imperio es expresado por un carnero con dos cuernos , aprendemos que uno era más alto que el otro, y el más alto creció después. (Dn. 8:3). Esta es una referencia al hecho que este era un poder con dos ramas, y la principal_ Persia_ era el más joven. De esta forma el Espíritu de Dios toma cuenta un simple y conocido hecho histórico.
El poder Medo-Persa fue mostrado a Nabucodonosor como pecho y brazos de plata, y pronunciado como "inferior" al suyo propio (Dn.2:39). Esta inferioridad no era en extensión de dominio, sino en el carácter del gobierno. Nabucodonosor era un monarca absoluto_ "A quien quería mataba, y a quien quería daba vida; engrandecía a quien quería, y a quien quería humillaba. " (Dn.5:19). El poder que lo sucedió estaba más limitado en cuanto a esto, los príncipes, etc., jugaban una parte importante en el gobierno. De este modo Darío se encontró siendo incapaz de salvar a un inocente de la cueva de los leones, aunque deseaba grandemente hacer así. El imperio que siguió_ Grecia_ era más militar en su carácter, su gobernador estaba, en gran parte, bajo la influencia de sus generales; mientras el imperio romano, era mostrado como hierro en el sueño del rey babilonio, era una extraña mezcla de poder imperial y democracia.
La tercera monarquía apareció ante Daniel como un leopardo que tenía en sus espaldas cuatro alas, y cuatro cabezas (Dn. 7:6). Esto, como ya se ha observado, es Grecia. Aquí es importante hacer unos pocos comentarios en cuanto a la interpretación de estas figuras. Se ha afirmado que, en vista a comprender las visiones de Daniel justamente, los estudiantes deben conocer bien los hechos de la historia antigua. ¡También se ha dicho que esta arroja luz sobre la palabra de Dios! El lector debe guardarse de admitir tales ideas en el pensamiento. La palabra de Dios no necesita composiciones humanas para que a arrojen luz sobre ella_ ella en si misma es luz, brillando para la bendición de nuestras almas en medio de las tinieblas. Se admite, por supuesto, que hechos históricos confirman la palabra de Dios cuando sus profecías se han cumplido, pero Dios ha dado Su palabra para que Sus santos puedan conocer Sus pensamientos antes de que las cosas sucedan, y sean patentes a cada uno. Si el estudiante compara la escritura en oración y dependencia del Espíritu Santo, será capaz de comprender su alcance, aun cuando pueda ser muy deficiente en sus pensamientos, en cuanto a muchos de los grandes eventos históricos del pasado.
Pero sigamos con nuestro capitulo. El primero de los poderes gentiles estaba aun en su curso, aun así el Espíritu de Dios habla del tercer y aun cuarto poder. ¿Quién podía declarar tales cosas sino Dios mismo, quien conoce el fin desde el principio, y para el cual el tiempo no es nada, y para Él todo es un eterno ahora?. De esta forma en Dn. 8:21, el poder griego es claramente nombrado como el conquistador del poder Medo-Persa. Su rapidez de conquista se muestra por la figura de un leopardo (una de las bestias más veloces), con la adición de cuatro alas de ave para acelerar sus movimientos. Tan rápido fue su progreso, que cuando es mostrado como un macho cabrío en el cap. 8:5, se dice, "he aquí un macho cabrío venía del lado del poniente sobre la faz de toda la tierra, sin tocar tierra; y aquel macho cabrío tenía un cuerno notable entre sus ojos" .En tal forma el Espíritu de Dios toma cuenta de las campañas y victorias de Alejandro el Grande. Después de su muerte, su reino se dividió entre cuatro de sus generales, como leemos "este tenía cuatro cabezas." El gran cuerno del macho cabrío fue quebrado, y en su lugar se levantaron cuatro notables cuernos (Dn. 8:8,22).
La cuarta bestia atrajo particularmente la atención del profeta Daniel. "Después de esto miraba yo en las visiones de la noche, y he aquí la cuarta bestia, espantosa y terrible y en gran manera fuerte, la cual tenía unos dientes grandes de hierro; devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies, y era muy diferente de todas las bestias que vi antes de ella, y tenía diez cuernos" (Dn. 7:7). Este cruel e indescriptible poder es Roma. No necesitamos ir fuera de la esfera de las Escrituras para interpretar esto. En el comienzo del N. Testamento encontramos, no a Babilonia, Persia, o Grecia, como supremos en la tierra, sino a Roma, y bajo su gobierno nació Cristo en el mundo (Lc. 2:1; 3:1).
"Esta tenía diez cuernos," estos son diez reyes (v.24). Nunca esto ha sido verdadero en el pasado. El imperio romano ha estado bajo un solo gobierno. Es verdad, que en los últimos días de su supremacía muchos de sus emperadores asociaron a otros consigo en la administración de sus vastos dominios, pero nunca hubo algo parecido a lo descrito en la visión de Daniel. Aquí tenemos diez cuernos_ diez reyes, y uno levantándose entre ellos y viniendo a ser su líder y cabeza. ¿Qué prueba esto? Muy ciertamente que este vasto poder, por mucho tiempo disperso y quebrantado, tiene aun una historia delante de si, porque la escritura no puede ser rota, y cada una de sus palabras debe cumplirse.
Esto es exactamente lo que se revela en Apocalipsis 13:1, Juan vio a una extraña bestia levantándose del mar (el tumulto de las naciones), combinando en si misma muchas, si no todas, las características de las variadas monarquías gentiles referidas por Daniel. Aprendemos aun más en Apoc.17:8. "La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será." Esto explica plenamente la materia. "La bestia que has visto, era"_ existió en el pasado, "y no es." No existe tal poder ahora, pero será reavivado por el poder de Satanás en los últimos días para el cumplimiento de sus malos designios contra Cristo y Sus santos. Él tendrá éxito al reunir una vez más los átomos de ese gran poder que ha estado en un estado de disolución desde los días de Honorius.
El cuerno pequeño es su última cabeza. Tres de los primeros cuernos fueron arrancados delante de los ojos del profeta. Esto probablemente significa el comienzo de su gran poder será la sujeción de tres reinos, lo que guía a que los otros siete se unan bajo su presidencia. Esto puede ser juzgado como aconsejable cuando el tiempo llegue a causa del serio crecimiento de los principios democráticos, haciendo casi imposible para los gobernadores mantener restringido a su pueblo. Pero como quiera que esto sea introducido el hecho general es claro, el imperio romano del futuro será una confederación de diez reinos, cada uno gobernado por su propio soberano, pero todos sometiéndose al cuerno pequeño.
Este personaje no debe confundirse con el anticristo, por una parte, o con el cuerno pequeño de Dn.8:9, por la otra. El anticristo es un líder religioso mas bien que un líder político, su poder como reino aparentemente está limitado a la tierra de Israel, donde él será aceptado como el prometido Mesías (Dn.11:36). El estará asociado con el jefe occidental, indudablemente, pero no debe confundirse con él. Apoc.13 muestra la distinción y conexión. El cuerno pequeño de Dn.8 se nos dice claramente que se levanta de una de las cuatro divisiones del imperio de Alejandro, y es idéntico, no tengo duda, con el rey del norte en Dn.1.
La cabeza romana es solemnemente descrita en nuestro capitulo por el Espíritu Santo. "Y hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar los tiempos y la ley; y serán entregados en su mano hasta tiempo, y tiempos, y medio tiempo." (Dn. 7:25). Aquí se nos declaran tres cosas de él. (1) Él es un jactancioso blasfemo. Compare Apoc.13:1-6. Habiendo recibido su trono y autoridad del dragón, él desafía y blasfema contra el Dios del cielo. (2) Él es un persecutor. Él y su ayudante, el hombre de pecado, tratarán de borrar toda confesión de Dios y Su verdad, y de esta forma vendrá una gran tribulación sin igual, de la que ya hemos hablado en estos artículos. (3) Él tratará de destruir el orden y las instituciones judías, que son significadas por "tiempos y leyes." Se le permitirá hacer esto por espacio de tres años y medio, para la penosa aflicción de los piadosos en Israel.
En esta conexión la notable profecía de "las setenta semanas" debiese ser examinada cuidadosamente por el estudiante de la profecía (Dn.9). Solo tenemos espacio para unas pocas palabras aquí. Este es el termino de la desolación y esclavitud de Israel y Jerusalén, comenzando con el mandato a restaurar y edificar Jerusalén (ver Neh.2), terminando con la bendición final y reconciliación del pueblo. Esta se divide en tres partes_ siete, sesenta y dos, y una. Las siete semanas están ocupadas con la reedificación de Jerusalén, las añadidas sesenta y dos, que hacen 483 años, llevan la profecía hasta la manifestación del Mesías príncipe. ¡Cuan literalmente en cuanto al tiempo esto fue cumplido! probablemente cada lector de la Biblia lo sabe.
Pero el Mesías no fue recibido, por tanto leemos, "después de la semana sesenta y dos se le quitará la vida al Mesías, y no tendrá nada" (así debería leerse el v.26). Él estaba autorizado un trono, pero la incredulidad de Su pueblo no permitió que fuera así. En gracia sorprendente Él aceptó la cruz en lugar de eso, donde la fe ve, no solo la incredulidad y pecado humano, sino también el cumplimiento de la redención. Su alma fue hecha una ofrenda por el pecado, y sobre este fundamento todos los que creen son justificados y perdonados. El corte o muerte del Mesías es seguido en la profecía por la destrucción de la ciudad y del santuario, con guerras y desolaciones hasta el fin.
El lenguaje del verso es muy preciso, y debiese cuidadosamente notarse. "El pueblo del príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario." Cada uno sabe que el pueblo en cuestión son los romanos; ellos bajo Tito capturaron y destruyeron a la culpable Jerusalén. "El pueblo" ha venido y hecho su parte; "el príncipe que ha de venir," se levantará de en medio de ellos, aun no ha aparecido.
Después observamos un quiebre en la profecía, que no es una cosa inusual en las escrituras proféticas. "Y él confirmará un pacto con muchos por una semana". ¿Qué se piensa por eso? Claramente, "el príncipe que ha de venir;" y él es el cabeza romano, este mismo pasaje es el testigo de ello. Todo el período desde la destrucción de Jerusalén en el año 70 D.C. Hasta el tiempo del fin es ignorado en este lugar. Las sesenta y nueve semanas han expirado cuando Cristo se presentó en Israel; pero queda la semana setenta, siete años, que deben aun cumplirse. Sus eventos son aquí brevemente puestos ante el profeta. "a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador." Este pasaje, se reconoce, es difícil, y las traducciones pueden variar, pero he presentado la que nos provee el sentido más simplemente. No tenemos espacio aquí para discutir el verso, del cual mucho puede escribirse; pero brevemente el siguiente es su significado. El futuro cabeza de Roma (el cuerno pequeño de Dn.7:8) formará un tratado con la multitud de los judíos retornados; judíos, confirmándolos en sus posesiones y adoración. A la mitad de los siete años él quebrantará su palabra, y en asociación con el falso Cristo en la tierra, suprimirá su adoración. La multitud aceptará esta sustitución de la adoración de "la abominación desoladora" y a causa de esto, Dios permitirá al desolador_ el rey del norte_ que los castigue, el pueblo judío de este modo continuará sufriendo, bajo el gobierno de Dios, hasta que ellos hayan recibido la medida del castigo divinamente decretado para ellos. Jerusalén es llamada "la desolada." Compare Isa. 62:4.
Ahora volvamos a Dn.7 con la luz provista por el cap.9. Hemos visto la blasfemia y crueldad del último cabeza gentil; después vemos su destrucción y juicio. Daniel ve una sesión en los vv. 9-12; tronos fueron establecidos y el Anciano de Días se sentó en juicio. El resultado es, que el dominio fue quitado de las manos gentiles y dado al Hijo del hombre. "Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. 7:14 Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido." (Cap. 7:13,14)
¡Qué refrescante es esto después de todo lo que ha pasado ante nosotros! Dios tiene a Uno reservado a quien puede confiar el dominio universal, y que gobernará y actuará para Su gloria. La casa de David ha fallado, los gentiles han fallado; esta bendita Persona nunca puede fallar. El se sienta a la diestra de Dios ahora, y la fe lo contempla allí coronado con gloria y honor; pronto Él tendrá todas las cosas puestas bajo Sus pies (Heb. 2:6-9). Cuando Él aparezca en poder y gloria, la última cabeza de los gentiles será confinada al lago de fuego, en compañía con el hombre de pecado (Dn. 7:11; Apoc.19:20): Bien podía decir el apóstol, "¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! " (Heb. 10:31)
El reino de Cristo llenará toda la tierra. Nabucodonosor vio esto bajo la figura de una piedra cortada sin manos que vino a ser una gran montaña, que llenó toda la tierra, después de destruir todos los poderes adversos (Dn. 2:35). En este gobierno los santos estarán asociados, y también en Su juicio. "Hasta que vino el Anciano de días, y se dio el juicio a los santos del Altísimo; y llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino. " (Dn. 7:22). ¡Qué privilegio y dignidad para los que creen en Su nombre! Aun así ¡cuan inclinados somos a olvidar esto, y a sumergirnos a un nivel humano! Los corintios son una triste prueba de esto. Olvidando el hecho que los santos han de reinar con Cristo , ellos habían aceptado la comodidad y honor en el mundo actual; pasando por alto que los santos un día juzgarán al mundo, ¡ellos se estaban acusando los unos a los otros en las cortes del mundo para ser examinados por los injustos! (1 Cor. 4:8; 6:1-3). Esta es una solemne advertencia para nuestras almas, de esto podemos estar seguros.
En vista de la cercanía del reino, y de nuestro lugar en este asociados con el Señor Jesús, nuestro Dios desea que sigamos humildemente los pasos de Su amado Hijo, aceptando la cruz, y permitiendo al mundo seguir, por Su causa. El camino de Cristo al trono fue a través de la cruz; Dios no tiene otro camino para Sus santos.
Apresura, Señor, el glorioso tiempo,
Cuando, bajo el gobierno del Mesías,
Cada nación, cada clima,
Obedecerá el llamado del evangelio.
Entonces las guerras y tumultos cesarán,
Entonces la pena y el dolor serán desterrados;
Y la justicia, gozo, y paz,
Imperturbables reinarán para siempre
W.W. FEREDAY
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