jueves, 25 de noviembre de 2010

EL MISTERIO Y EL RAPTO






"Yo distingo entre la Iglesia y la profecía. No creo que la Iglesia es el sujeto, aunque es el recipiente y depositario de la profecía, como Abraham fue de lo que le ocurriría a Lot".

La Iglesia como un cuerpo en Cristo, compuesta de judíos y de gentiles, no fue referida en el Antiguo Testamento. En las Escrituras el significado de misterio es sólo conocido por revelación. No por conocimiento humano. El misterio no formó parte de la profecía del Antiguo Testamento o de la promesa. (El alcance del misterio sobre la cuestión milenaria fue discutido por W. Trotter).

        El lector puede consultar las exposiciones por JND de los libros de la Escrituras que hablan del misterio (incluyendo su Sinopsis). Aquí citaremos un bosquejo de su enseñanza en relación al misterio y el rapto.

        Tenemos la más amplia y plena autorización para decir, que esto fue no revelado en los tiempos del Antiguo Testamento.  Hablando del misterio, la admisión de los Gentiles para ser un cuerpo en la Asamblea de Dios, Pablo dice (Rom.16: 25-26), "La predicación de Jesucristo, de acuerdo a la revelación del misterio, que fue mantenido oculto desde el comienzo del mundo, pero ahora manifestado por las Escrituras proféticas (no por las "Escrituras de los profetas"), conforme al mandamiento del Eterno Dios, hecho conocido a todas las naciones para la obediencia de la fe" etc.. En Efesios 3:4-5, "El misterio de Cristo, que en otras edades no fue revelado a los hijos de los hombres, pero que ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu; que los Gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo"; y versículo 9, "Misterio que desde el comienzo del mundo ha estado oculto en Dios: para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la Iglesia a los principados y potestades en lugares celestiales, conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor". En Col.1: 24, "por causa de su cuerpo, la Iglesia de la cual soy hecho ministro conforme a la dispensación de Dios, que me ha sido dada hacia ustedes, para completar la Palabra de Dios; el misterio que ha estado oculto de las edades  y generaciones, pero que ahora es manifestado a sus santos". Esta doctrina, de la cual Pablo, como él declara en los Colosenses, fue un ministro, como también del evangelio, de manera a completar la Palabra de Dios, fue completamente desconocida a los santos del Antiguo Testamento, estuvo oculta en Dios. Otras cosas podían haber sido para una edad futura, no para ellos mismos, como la promesa del Espíritu y la gloria del Mesías y la redención; pero este misterio ellos no lo conocieron.  Cuando el Padre reveló a Simón la verdad de la Persona de Cristo, que Él era el Hijo del Dios viviente (no solamente el Cristo), Cristo podía hablar de la Iglesia; porque ella está fundamentada sobre esa verdad. Pero Él habló de esto sólo proféticamente, como una cosa futura _"Sobre esta roca edificaré mi Iglesia". Fue por la resurrección que Él fue declarado Hijo de Dios con poder; de manera que el poder de Satanás fue anulado; y su muerte fue necesaria para reunir en uno a los hijos de Dios, que estaban dispersos: su partida fue necesaria, para que el Consolador pudiese venir.

        Si el grano de trigo no cae a tierra y muere, éste queda sólo. Cuando Cristo murió _fue a lo alto _el gran fundamento fue colocado para todas las bendiciones, y en particular para la Iglesia. Y el Espíritu Santo, el Consolador vino hasta aquí conforme a la promesa; y la Asamblea, la Iglesia, fue formada; y el Señor añadía diariamente a la Iglesia los que habían de ser salvos (al remanente judío); Hechos 2:47. Ese era el camino que ahora disponía para ellos, aunque sus promesas hacia Israel permanecían seguras. La doctrina de la Iglesia, no fue enseñada, como nos enseña la Escritura entonces. Los cristianos quedaron estrictamente ligados al Judaísmo, celosos de la ley; sacerdotes eran obedientes a la fe, no parece que hayan cesado de serlo. Pedro nunca enseña que Jesús es el Hijo de Dios; su doctrina es, "Aquel a quien ustedes crucificaron, Dios lo ha exaltado para ser Príncipe y Salvador, para dar arrepentimiento a Israel, y remisión de pecados, Dios le hizo Señor y Cristo".

        Quizás  esto  sorprenderá al lector, la Iglesia no es jamás nombrada salvo en las epístolas de Pablo. Una Iglesia particular es nombrada por Juan; pero la Asamblea o Iglesia como un todo, el cuerpo de Cristo, es sólo mencionada por Pablo; tampoco posteriormente, puedo añadir, el rapto de los santos antes de la aparición de Cristo. Dios levantó, como lo aprendemos en los Hechos, un ministerio libre fuera del colegio de los apóstoles, si podemos hablar así. Esto trajo el más pleno odio de los judíos; y Esteban, un eminente instrumento de Dios en este ministerio, fue puesto a muerte. El cielo mismo es abierto, y un Cristo celestial es visto _ un hombre en la gloria. Conformado a Cristo, el espíritu de Esteban se agrega a Él en lo alto, y el relato final del Judaísmo fue narrado en sangre: ellos siempre han resistido al Espíritu Santo. Dios no moraba más en casas hechas por manos. Esto cambio todo; una reunión de una compañía celestial  fue comenzada.

        Esto, no obstante, fue individual; pero la enemistad de los judíos debía  asumir  un carácter todavía  más activo y violento. No contentos con hacer estragos en la Iglesia en Jerusalén, Saulo los persigue a ciudades  extranjeras; pero mientras estaba ocupado en esto, y cerca de Damasco, él es detenido por el Señor revelándose El mismo en gloria, y diciéndole que a quienes estaba persiguiendo era "Él mismo" _"Yo soy Jesús a quien tú persigues; ¿Por qué me persigues?" Aquí, entonces, la gracia soberana abundó sobre la resistencia al mismo Espíritu Santo. El fundamento para el evangelio de la gloria fue colocado, y la identificación de todos los santos sobre la tierra con su glorificado Cabeza en el cielo fue el punto de partida  para el testimonio de Pablo en cuanto a todo lo que era la Iglesia. De esto él vino a ser el ministro. Para un celestial y glorioso Cristo, judíos y gentiles son uno; uno en El.

        Otro carácter en cuanto a la existencia formal de la Iglesia sobre la tierra es, que nosotros, judíos y gentiles (Efesios 2), somos edificados  juntos como una habitación de Dios a través del Espíritu. La forma de edificarla es derribando la pared intermedia de separación, y hacer de ambos un nuevo y solo hombre; o, como es expresado en un pasaje ya citado, el misterio es, que Gentiles serían coherederos. El bautismo del Espíritu Santo, por medio del cual el cuerpo fue formado, se realizó el día de Pentecostés (Hechos 1:8), que fue el título distintivo de Cristo para otorgarlo (Juan 1: 33-34).

        En una palabra, la Iglesia, o asamblea, es el cuerpo de Cristo, formado, (cuando el Cabeza fue exaltado,) por el Espíritu Santo, que envió para reunir a los santos en unidad. Antes de que Israel fuese reconocido como una nación, los santos andaban en fe individualmente; cuando Israel fue reconocido, ellos son individualmente miembros de una nación reconocida como el pueblo de Dios, pero de la cual la vasta mayoría fue inconversa, unidad fue en la carne _ una unidad que no tenía nada que hacer con el Espíritu, y que, posteriormente excluyó a los gentiles. Después de la muerte y exaltación de Cristo, quien se dio Si mismo, no sólo por esa nación, sino para reunir en uno los hijos de Dios dispersos, todo fue cambiado en este respecto; la distinción entre Judíos y gentiles fue borrada; ambos de igual forma (a través de la fe) son reconciliados a Dios, y reunidos en la unidad de una Asamblea por el Espíritu Santo, que es la Iglesia, la Asamblea de Dios, el cuerpo de Cristo, el lugar de morada del Espíritu Santo sobre la tierra. No estamos investigando cuan lejos está ha sido arruinada, vista como la Casa de Dios sobre la tierra; sino cual es la primitiva y escritural vista de ella. 

        La Asamblea es, como podemos ver en (Efesios 5), la esposa de Cristo. La palabra es aplicada  a las asambleas particulares de cristianos en diferentes lugares, porque ellos formaron la asamblea de Dios en ese lugar; pero, si la palabra es tomada como la usa la Escritura, no es posible ligar algún sentido equivocado a ésta. Esta es la Asamblea de Dios, formada por el Espíritu Santo, cuando el Cabeza ha sido exaltado sobre lo alto. Esta es Su cuerpo y Su esposa. Traduzca la palabra Griega por la palabra Inglesa que es natural, y ninguno tendría por un solo momento duda en cuanto a su significado _la Asamblea, o la Asamblea de Dios. El Señor añadía diariamente a la asamblea. Él estableció a algunos en la asamblea; primeramente, apóstoles; segundo, profetas...

        Esta es llamada a participar en los sufrimientos de Cristo, y Él se la presentará a Sí mismo como su esposa, como Eva para Adán, una Iglesia gloriosa, sin mancha y sin arruga, o algo semejante. Cuando el Señor añadía a la Asamblea a los que habían de ser salvos, es completamente claro que no fue a eso que ya pertenecían; y su añadir a ésta, fue un acto que mostró que ellos no pertenecían a ella como miembros de la nación Judía, aunque hubiesen sido previamente piadosos. Esta era una nueva institución, un cuerpo.

        Tenemos ahora que investigar y preguntar cual es el testimonio de Dios en cuanto a su reunión con Él allí. La reunión de Cristo con la Iglesia no tiene nada que ver con la aparición de Cristo o venida a la tierra. Su lugar está en otra parte. Ella ya está sentada en Él en los lugares celestiales. Ella tiene que ser llevada allí en presencia corporal. Cristo no podía quedar con sus discípulos aquí, y les dice, "voy a preparar lugar para vosotros.... y vendré y os tomaré a Mí mismo para que donde Yo estoy vosotros estéis conmigo" Lo que ella tiene que hacer es esperar, entonces, no es, aunque segura de eso también, la aparición de Cristo, sino su ser tomada adonde está Él. Y así hablo el apóstol, "El Señor mismo descenderá  del cielo, con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero; luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados  juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor".

        Nosotros vamos arriba a encontrar al Señor en los aires. Nada es más claro, entonces, que vamos arriba a los aires para esperar al Señor, y no esperamos Su venida a la tierra; sino que esta venida para tomarnos a Sí mismo  no es Su aparición es todavía más claro, si ponemos atención a Colosenses 3, que muestra que ya estamos con Él cuando se manifieste "Cuando Cristo que es nuestra vida aparezca, entonces también nosotros apareceremos con El en gloria". Esta identificación de la esperanza y gloria de la Iglesia con Cristo es la misma esencia de la bendición de ella. Él es nuestra vida, justicia; la gloria que le ha sido dada, nos será dada: somos miembros de Su cuerpo, de Su carne y de Sus huesos. Reinaremos con Él, sufrimos con Él y somos glorificados juntamente con Él _hechos conformes a Su imagen. Cristo está oculto en Dios: nuestra vida está oculta con Él en Dios; pero para esto debemos ser cogidos para encontrarle, y eso, antes que aparezca o se manifieste al mundo, ya que cuando esto suceda vendremos con Él. Esto no declara la época del rapto de la Iglesia, sino, lo que es más importante, muestra claramente la completa diferencia de relaciones de los santos celestiales con Cristo, de estos que sólo le verán cuando Él se manifieste. Los unos son bendecidos bajo Su reino, y están conectados con la tierra; los otros son identificados con Él mismo _con Aquel que reina _ aparecerán con Él.

        Estas verdades son comunes a todos, tales como el ser manifestados ante el tribunal de Cristo. Están estos que tienen la prerrogativa de la fe; y tal es nuestra asociación con Cristo, el Primogénito entre muchos hermanos, el ser Su esposa y Su cuerpo. Quien espera la aparición de Cristo, como el tiempo en el cual ha de estar con Él, ha negado la propia esperanza y relación de la Iglesia con Cristo. Sobre este punto no puede haber compromiso. Ignorancia de los privilegios es una cosa (es nuestra parte, en un grado u otro), la negación de esto, es otra. Cuando hemos visto que vamos a aparecer o ser manifestados con Cristo, y que, posteriormente, nuestra esperanza de la venida de Cristo por nosotros no es propiamente Su aparición, todos nuestros hábitos de pensamiento y afecciones espirituales  son cambiados. Nuestra esperanza no es aún la gloria en la cual seremos manifestados con Él, sorprendente como ésta es, sino esta, "Vendré otra vez y os tomaré a Mí mismo, para que donde Yo estoy, vosotros estéis conmigo".

        Esta es la doctrina general del rapto o arrebatamiento de la Iglesia _ una doctrina de primera importancia; porque está directamente conectada  con las relaciones de la Iglesia a Cristo, su completa separación del mundo y su porción. Este es el acto que corona su perfecta justificación. Este rapto antes de la aparición de Cristo es una materia de clara revelación, como hemos visto en Col. 3:4.

        En cuanto a ¿Cual es el tiempo de este rapto?, ninguno, de momento, nadie lo sabe. Pero la diferencia en este respecto, entre esto y la aparición es muy marcada, en lo que es muy importante. En la aparición viene el juicio de este mundo: entonces ésta se conecta con, y cierra, su historia; y antes que esta historia debemos tener sus resultados y, eventos revelados que deben haber ocurrido, y los objetos del juicio deben haber aparecido sobre la escena y cumplido lo que está predicho de ellos. La Iglesia está ya asociada con Cristo en el cielo, y no es del mundo como tampoco Él lo fue, esta está resucitada con Cristo y su vida oculta con Él en Dios. No hay evento terrenal entre esto y el cielo. Esta deber haber sido reunida, y Cristo debe haberse  levantado del trono del Padre para recibirla: eso es todo. Es esta convicción, que la Iglesia es propiamente celestial, en su llamamiento y relaciones con Cristo, no formando parte del curso de eventos sobre la tierra, que hace su rapto simple y claro; y por otra parte, muestra como la negación de su rapto trae a la Iglesia a una posición terrenal, y destruye  todo su carácter y posición espiritual. Nuestro llamamiento es de arriba.  Los eventos son de la tierra. Profecía no se relaciona al cielo. La esperanza cristiana no es un sujeto profético. Esta es la promesa de que Cristo vendrá para tomarla a Sí mismo, para que donde Él está también pueda estar el cristiano.

        Aunque la cuestión ya ha sido respondida en principio, puede ser bueno poner esta formalmente aquí, ¿Cuando debe el cristiano esperar a Cristo? Respondo, siempre. Este es su justo carácter espiritual. Hacer siempre esto es por lo que su justo carácter espiritual es caracterizado. Su constante espera por el Señor como una cosa presente caracteriza o debe caracterizar a quienes serán bendecidos cuando el Señor venga, y quien reinará sobre todas las cosas. Lo que guía al siervo malo a hacer el mal y lo equivocado, no es la negación de la venida del Señor, sino la pérdida del sentido de la espera presente de esta.

        Este fue el origen del alejamiento de la Iglesia de su simplicidad, y su caída dentro de la autoridad clerical y mundana _ la causa de la perdida de su autoridad espiritual. Los santos vienen fuera, dejan el mundo y la religión terrenal al ir fuera, para esperar al Esposo. Esto los caracterizó al comienzo.  Esta fue llamada y recordada a su posición primitiva por la inmediata espera de Cristo. Él tardó de hecho; y el sentido de Su venida se perdió (ver Mateo 25). "¡He aquí el esposo viene!" fue lo que las despertó y las preparó. No hay eventos, no circunstancias terrenales, a intervenir, o modificar el llamado. Ellos fueron o salieron a encontrar al Esposo. No hay otro pensamiento, ninguna confusión con el gobierno de este mundo.

        Que el apóstol vivió en, y enseñó, esta inmediata espera, como la propia primitiva doctrina del Espíritu de Dios, es evidente, cualquiera sea el grado de luz en cuanto a los detalles que se tenga. Los Tesalonicenses son convertidos para esperar al Hijo de Dios de los cielos; con muy poca claridad de luz; pero han sido enseñados a esto, y Pablo aprueba su espera como un testimonio divino al mundo, de lo que el mismo mundo hablaba. Fue su manera de entrar en esto _ellos estaban esperando por Él. No fue  una explicación profética de eventos lo que ellos poseían: no hay evento, repito, entre nosotros y el cielo... El Hijo de Dios está viniendo desde el cielo; y ellos estaban esperando por Él. Ellos sacaron ciertas conclusiones de ello en las que erraron, las que Pablo corrigió (como hizo con otros errores, inducidos por falsos maestros, en la segunda epístola); pero su constante espera fue justa. 


                                                                  R. Huebner




 

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