En nuestra consideración de los juicios futuros y todas las glorias, ahora hemos llegado al feliz y glorioso periodo que ha sido el tema del Espíritu Santo desde que el mundo comenzó_ el reino milenial del Segundo hombre, nuestro Señor Jesucristo. En varios tiempos, y de muchas formas, el Espíritu de Dios ha hablado de esa época en las Escrituras del A. Testamento. A veces Él nos presenta un sorprendente cuadro que, por la luz de nuevas revelaciones, la mente instruida no puede fallar en comprender; como por ejemplo, la aparición de Melquisedec, rey de justicia y paz en Gén.14. En otras ocasiones , encontramos a los salmistas prorrumpiendo en cántico, y describiendo en brillantes estrofas el glorioso tiempo que está viniendo para esta pobre tierra arruinada por el pecado; y después, especialmente en los días de declinamiento y ruina de Israel, encontramos a los profetas describiendo sublimemente las glorias y bendiciones de ese mismo maravilloso periodo. No todos los que de este modo han hablado han comprendido plenamente sus propias expresiones. Ellos han sido frecuentemente llevados más allá de lo que sus mentes podían entrar. Como leemos en 1 Ped. 1:11, "escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos." Pero ya sea Moisés, salmistas, o lo que los profetas escribieron, fue un Espíritu el que estaba hablando a través de todos ellos, para el descanso y gozo de la fe, y para la advertencia de los impíos.
Nuestro actual tema es inmenso, y si plenamente considerado, requeriría un considerable volumen en si mismo. Como esto no puede ser, es importante ser breve, y nos proponemos tratar con la venida del milenio en el siguiente orden. Nos esforzaremos en mostrar lo que significa ese glorioso tiempo:
1. Para Cristo.
2. Para los santos celestiales.
3. Para Israel.
4. Para las naciones de la tierra.
5. Para la creación en general.
6. Para Satanás.
1. Esta será la hora de la supremacía de Cristo como hombre, no solo sobre la parte celestial de la herencia de Dios, sino también sobre la parte terrenal. Esta consideración hará claro a cada mente que no puede haber bendición milenial hasta que Cristo venga. Se pensó vagamente por muchos que el milenio seguirá su curso hasta Su aparición; Su venida para juicio es puesta por muchos expositores al final de ese período. Pero un milenio sin Cristo es, para decir lo menos, una idea muy insatisfactoria, que además no es sustentada por la palabra de Dios. Si alguno de nuestros lectores tiene alguna duda en cuanto a este importante punto, le pedimos sinceramente que considere con cuidado Hech.3:19-21. "Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo." Esto muestra que Cristo permanecerá en los cielos hasta la hora del arrepentimiento de Israel, y después aparecerá para la bendición universal. Su venida por tanto es claramente pre-milenial.
Los pasajes anteriores, por supuesto, se refieren solo a la tierra. Para comprender plenamente la gloria de ese día, Efes. 1:9,10, debiese consultarse. "dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en si mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra. " Aquí aprendemos que Dios se propone hacer de Cristo Cabeza y centro de un unido sistema de gloria celestial y terrenal. Todo debe ser Suyo. Dios nos ha dado , de antemano, a conocer cual es Su buena voluntad, debido a nuestra conexión, a través de la gracia, con Aquel que heredará todo.
El Sal.8 entonces tendrá su pleno cumplimiento. El Hijo del hombre allí referido no es Adán, sino Cristo. El propósito divino declarado allí es establecerlo sobre todas las obras de las manos de Dios. El primer hombre tuvo esta concesión de poder por parte de Dios (Gén.1:26-28), pero éste falló en actuar para Su gloria. Él se entregó en manos del enemigo, y vino a ser su herramienta y esclavo. Cuando el Segundo hombre tome las riendas del gobierno universal en el tiempo debido de Dios, Él glorificará a Dios perfectamente, e introducirá plena bendición a todo lo que estará bajo Su gobierno.
Quizás la gloria terrenal que está reservada para Cristo no es suficientemente tenida en vista por la gran mayoría de los santos. Se cree, por supuesto, y comprende que Él tiene una actual gloria en el cielo, y cada alma redimida reconoce felizmente que Él es digno de ésta; pero Su gloria futura sobre la tierra no tiene el lugar que debiese tener en los pensamientos de muchos. Aun así esto es debido a Él como una respuesta a Su humillación aquí abajo. No es suficiente que Él sea glorificado en el cielo. Él nunca fue deshonrado allí. Pero es una perfecta delicia para aquellos que aman Su nombre que Él sea glorificado y adorado en la misma escena de Su rechazo y vergüenza. Dios hará que esto sea así. Aquí donde: Sus demandas reales fueron despreciadas, cada rodilla se doblará ante Él; aquí donde fue vituperado e insultado, cada lengua confesará que Él es Señor, para gloria de Dios Padre. Su nombre será excelente en toda la tierra.
Después de todo el fracaso y pecado del hombre, es un alivio para el corazón saber que Dios tiene un Hombre reservado a quien puede confiar el dominio universal, y que lo usará para Su gloria. La casa de David, para quien Dios ha designado la supremacía en la tierra, habiendo fracasado en su más escogido representante; Salomón; el primer gran cabeza gentil (Nabucodonosor) a quien el poder le fue divinamente encomendado después del fracaso de la casa de David, usó mal su poder y autoridad; pero Dios tiene un Hombre reservado que tendrá éxito donde todos los otros han penosamente fallado.
El reino de Cristo será introducido por poder y juicio. Es vano aferrarse a la noción de una subyugación de todo el mundo por medio del evangelio. La Escritura en ninguna parte favorece tal idea, aunque, bendito sea Dios, el evangelio por todas partes propone bendición para todos, si ellos creen. El Sal. 45 describe vívidamente la venida del reino de Cristo:
"Ciñe tu espada sobre el muslo, oh valiente,
Con tu gloria y con tu majestad.
En tu gloria sé prosperado;
Cabalga sobre palabra de verdad, de humildad y de justicia,
Y tu diestra te enseñará cosas terribles.
Tus saetas agudas,
Con que caerán pueblos debajo de ti,
Penetrarán en el corazón de los enemigos del rey" (Sal. 45:3-5.)
No es el progreso del evangelio, sino un el implacable juicio de los enemigos. David y Salomón juntos tipifican a Cristo en Su reino. El primero fue un hombre de guerra. Él estuvo siempre derramando la sangre de sus enemigos, con el resultado de que su hijo heredó un trono de paz, y fue capacitado para reinar en descanso y gloria. Así será en el día futuro.
"Porque Jehová juzgará con fuego y con su espada a todo hombre; y los muertos de Jehová serán multiplicados." (Isa. 66:16). Entonces la paz seguirá sobre un justo fundamento. Justicia y paz, por tanto, serán las dos grandes características del reino de Cristo. Melquisedec muestra esto típicamente. Su nombre personal significa rey de paz justicia, y el nombre de su ciudad significa paz (Heb. 7:2).
"He aquí que para justicia reinará un rey, y príncipes presidirán en juicio.
Y será aquel varón como escondedero contra el viento, y como refugio contra el turbión; como arroyos de aguas en tierra de sequedad, como sombra de gran peñasco en tierra calurosa.
No se ofuscarán entonces los ojos de los que ven, y los oídos de los oyentes oirán atentos.
Y el corazón de los necios entenderá para saber, y la lengua de los tartamudos hablará rápida y claramente.
El ruin nunca más será llamado generoso, ni el tramposo será llamado espléndido.
Porque el ruin hablará ruindades, y su corazón fabricará iniquidad, para cometer impiedad y para hablar escarnio contra Jehová, dejando vacía el alma hambrienta, y quitando la bebida al sediento.
Las armas del tramposo son malas; trama intrigas inicuas para enredar a los simples con palabras mentirosas, y para hablar en juicio contra el pobre.
Pero el generoso pensará generosidades, y por generosidades será exaltado.
Mujeres indolentes, levantaos, oíd mi voz; hijas confiadas, escuchad mi razón.
De aquí a algo más de un año tendréis espanto, oh confiadas; porque la vendimia faltará, y la cosecha no vendrá.
Temblad, oh indolentes; turbaos, oh confiadas; despojaos, desnudaos, ceñid los lomos con cilicio.
Golpeándose el pecho lamentarán por los campos deleitosos, por la vid fértil.
Sobre la tierra de mi pueblo subirán espinos y cardos, y aun sobre todas las casas en que hay alegría en la ciudad de alegría.
Porque los palacios quedarán desiertos, la multitud de la ciudad cesará; las torres y fortalezas se volverán cuevas para siempre, donde descansen asnos monteses, y ganados hagan majada;
hasta que sobre nosotros sea derramado el Espíritu de lo alto, y el desierto se convierta en campo fértil, y el campo fértil sea estimado por bosque.
Y habitará el juicio en el desierto, y en el campo fértil morará la justicia.
Y el efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre. "(Isa. 32:1-17)
El mal será pronto quebrantado, en lugar de ser tolerado en paciencia como ahora (Isa. 65:20), y la paz fluirá universalmente. La justicia entonces será exaltada, y la iniquidad ocultará su cabeza.
2. LOS SANTOS CELESTIALES deben tener parte con Cristo en este dominio. Por "santos celestiales" pensamos no solamente en la iglesia de esta dispensación, sino en todos aquellos cuya porción está arriba (los santos del periodo actual, por supuesto, tienen una asociación más intima con Cristo que los otros. Cuando Él llene todo en todo, la iglesia, Su cuerpo, tendrá un lugar especial). Al menos observamos cuatro clases de estos en las Escrituras: (1) Los creyentes del A. Testamento; (2) La iglesia de Dios; (3) los testigos de los últimos días que perderán sus vidas por el testimonio de Jesús y la palabra de Dios; y (4) aquellos que se nieguen a adorar a la bestia y su imagen. Las primeras dos de estas clases serán removidas al cielo cuando el Señor descienda en los aires, en vista a venir con Él en Su aparición pública (1 Tes. 4:13-18; 1 Cor. 15:23, 51-55; Col. 3:4). La tercera y cuarta clase aparentemente serán resucitadas a Su aparición, para tener parte en Su administración del reino (Apoc. 6:9-11; 15:2-4; 20:4). Todos estos deben compartir el reino de Cristo. "Los santos del Altísimo (o lugares altos) tomarán el reino, y lo poseerán para siempre," (Dn.7:18)
Aquí puede presentarse una dificultad a las mentes de algunos de nuestros lectores. Se ha preguntado: "¿estarán los santos celestiales sobre la tierra durante el milenio? De ninguna manera; nuestro hogar está arriba. Aun Cristo mismo no estará presente personalmente sobre la tierra a través de todo ese periodo, de otra forma ¿qué necesidad habría de un príncipe que lo represente en Jerusalén? (Ezeq. 44:1-3; 45:7-25). Mt. 13:41-43, puede ayudarnos aquí. Primero leemos del "reino del Hijo, "del cual el mal será arrancado. Esta es evidentemente la parte terrenal del reino. Después leemos del "reino del Padre", y es aquí donde nosotros tenemos nuestro lugar; "entonces los justos brillarán como el solen el reino del Padre." Nuestra posición con relación a la tierra es de este modo comparada a esa del sol. Seremos los que darán luz al mundo, y dispensarán bendición divina. Visitaremos la tierra con Cristo a Su aparición, y probablemente después; pero nuestra propia habitación es la casa del Padre arriba.
El pensamiento de tal dignidad debiese influenciar nuestro andar en el mundo ahora. Eso es lo que el apóstol pone ante los corintios, cuando, en completo olvido de aquello a lo cual habían sido llamados, ellos estaban llevando sus quejas los unos contra los otros ante el mundo. "¿Osa alguno de vosotros, cuando tiene algo contra otro, ir a juicio delante de los injustos, y no delante de los santos? ¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas? ¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida?" (1 Cor. 6:1-3). Nuestra asociación con Cristo en el reino futuro es de este modo referida como una verdad bien conocida en ese día. ¡Qué triste la caída de los cristianos que no solo han perdido de vista su propio lugar futuro como gobernadores y jueces del mundo, y aun han admitido la idea de estar ante el gran trono blanco para ser juzgados ellos mismos! La noción de un juicio general, al cual nos referimos, es un serio deshonor a la obra cumplida de nuestro Señor Jesucristo.
Antes de dejar este punto, otra importante consideración debe notarse brevemente. Nuestros respectivos lugares en el reino futuro serán concedidos de acuerdo a nuestro andar y servicio en la edad presente. Al siervo fiel el Señor dirá, "Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. "(Mt. 25:21-23). Esto es frecuentemente presentado en las epístolas como un incentivo para andar en piedad y diligente servicio (2 Tim. 4:1,2; 2 Tes. 1:5; 2 Ped.1:11). Cada lector cristiano debiese poner esto seriamente ante su corazón. Supongamos que alguno deliberadamente escogiese un camino de comodidad y honor en este mundo, como lo hicieron antiguamente los carnales corintios, ellos ¿estarán bien en el reino que se acerca? (1 Cor. 4:8-14). ¡Imposible! Pero si, por otra parte, alguno está dejando al mundo pasar por causa de Cristo, contento de llevar cada día su cruz, ¿fallará Él en recompensarlo de una manera conveniente en el día de Su gloria? De esta forma David actuó hacia sus compañeros de angustia cuando llegó al trono. Uno más grande que David será igualmente cuidadoso de cada pequeña fidelidad a Su palabra y Nombre.
3. LA PARTE DE ISRAEL en el reino milenial será, por supuesto, estar en la tierra, de acuerdo a los términos de la promesa de Jehová a sus padres. La tierra de Canaán será suya como una posesión eterna, y Jehová los plantará en ella con todo Su corazón y alma (Jer. 32:41). Todos sus descarríos serán olvidados y sus pecados perdonados, la ley de Dios estará entonces divinamente escrita en sus corazones y mentes, Antes de que estos benditos resultados sean alcanzados, Israel, (las doce tribus) deberán pasar ,en justicia, a través de una terrible disciplina, Judá en la tierra y las diez tribus fuera de ella. Pero el remanente será dejado después de la criba para convertirse a Dios. "Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos; y brotarán entre hierba, como sauces junto a las riberas de las aguas. Este dirá: Yo soy de Jehová; el otro se llamará del nombre de Jacob, y otro escribirá con su mano: A Jehová, y se apellidará con el nombre de Israel." (Isa. 44:3-5)
Cuando la nación sea de este modo justa para con Dios, Él será capaz de usarla como Su instrumento para tratar con otros, y esto en una doble forma. Primero, no fallará por medio de ellos para destruir a sus enemigos_ Edom, Moab, y Amón en particular habiendo escapado de la devastación del rey del norte (Dn. 11:41; Isa. 11:14). Entonces hará de ellos canales de bendición para todos los que serán dejados de las naciones. Miqueas 5:7-9 es muy interesante en esta conexión: "El remanente de Jacob será en medio de muchos pueblos como el rocío de Jehová, como las lluvias sobre la hierba, las cuales no esperan a varón, ni aguardan a hijos de hombres. Asimismo el remanente de Jacob será entre las naciones, en medio de muchos pueblos, como el león entre las bestias de la selva, como el cachorro del león entre las manadas de las ovejas, el cual si pasare, y hollare, y arrebatare, no hay quien escape. Tu mano se alzará sobre tus enemigos, y todos tus adversarios serán destruidos." Aquí tenemos la doble misión de Israel; como un león entre las bestias ellos destruirán a sus enemigos, y como el rocío de Jehová ellos dispensarán la bendición a todo alrededor.
Jerusalén en ese día será la metrópolis de la tierra. El lugar que Jehová ha escogido para morar, el que Su corazón ha deseado como Su morada y descanso (Sal. 132:13,14). Él ha expresado gloriosas cosas con relación a ella, e intenta hacerla una eterna excelencia, el gozo de muchas generaciones (Sal. 87:3; Isa. 60:15). Su presencia hará que ella sea llamada "Jehová Shammah" (Jehová está allí"). A ese centro los representantes de todas las naciones anualmente subirán para dar sus honores al gran Rey y celebrar la fiesta de los tabernáculos (Ezeq. 48:35; Zac. 14:16).
El santuario de Jehová será restaurado a Israel en el día milenial. Muchos detalles en cuanto a esto y la distribución de la tierra entre las tribus se encuentran en Ezeq. 48. Todos los que verán la bendición de Israel, dirán, "Regocíjate y canta, oh moradora de Sion; porque grande es en medio de ti el Santo de Israel" (Isa. 12:6)
La prosperidad del día de Salomón, cuando todo Israel se sentaba cada uno debajo de su vid y de su higuera, comiendo y bebiendo alegremente, será como nada comparado con lo que Dios otorgará a Su pueblo en el reino del más grande Hijo de David (1 Rey. 4:20-25). David fue guiado por el Espíritu a describir la bendición de ese tiempo en el Sal. 72, y fue llevado más lejos a una embelesada adoración y alabanza. La fe, al contemplar el futuro, dice, "bendito sea el Señor Dios, el Dios de Israel;" mientras el enemigo de fuera solo podrá decir con tristeza, "¡Ay! ¿quién vivirá cuando Dios haga esto?" (Sal.72:18; Núm. 24:23).
4. LAS NACIONES DE LA TIERRA entonces recibirán su plena porción de bendición en conexión con el pueblo de Israel. La misericordia de Dios hacia Sus escogidos será abundantemente extendida alrededor. Su camino será conocido sobre la tierra y Su salvación entre todas las naciones. El nombre de Jehová será excelente en toda la tierra, y todas las naciones le llamarán bendecido.
Israel no será entonces fríamente contemplativo como lo ha sido en el pasado, sino que felizmente compartirá con otros las ricas bendiciones que le han sido otorgadas por Dios. Pero la bendición universal no puede llegar hasta el día milenial. En vano los cristianos hablan de todo el mundo siendo convertido por medio del evangelio como este es ahora predicado. El pensamiento es bien intencionado, estamos seguros, pero a pesar de ello es un gran error. Etiopía sin duda extenderá sus brazos a Dios, pero no como resultado de la labor cristiana. Esto será a través de la instrumentalidad judía, cuando Cristo está aquí reinando sobre Su trono en Sión. La intención divina por medio del evangelio de la gracia de Dios es "sacar" de entre las naciones un pueblo para Su nombre. El cuerpo de Cristo está aun en curso de formación, y está siendo compuesto de creyentes de entre judíos y gentiles.
En la iglesia, las distinciones de judío y gentil no tienen lugar (Col. 3:11). En el milenio estas reaparecerán, aunque en bendición. Los judíos tendrán el lugar principal en la tierra; los gentiles serán bendecidos de una manera subordinada. "Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Aún vendrán pueblos, y habitantes de muchas ciudades; y vendrán los habitantes de una ciudad a otra, y dirán: Vamos a implorar el favor de Jehová, y a buscar a Jehová de los ejércitos. Yo también iré.
Y vendrán muchos pueblos y fuertes naciones a buscar a Jehová de los ejércitos en Jerusalén, y a implorar el favor de Jehová.
Así ha dicho Jehová de los ejércitos: En aquellos días acontecerá que diez hombres de las naciones de toda lengua tomarán del manto a un judío, diciendo: Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros." (Zac. 8:20-23). Sus reyes serán los líderes en esto. Las naciones tendrán sus respectivos reyes en esos días, pero todos reconocerán la supremacía del Señor Jesús, como Rey de reyes y Señor de señores (Apoc. 21:24-26; Sal. 72:10,11).
La conversión, si no completamente universal entonces, será muy cerca a esto. "Todo Israel será salvo" (Rom. 11:26), y aparentemente la gran mayoría de los gentiles que habrán sobrevivido también. Las palabras de Zacarías citadas arriba, señalan a esto, y se nos dice en otra parte que "la gloria de Jehová será revelada y toda carne la verá"; también " la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar"; y el Espíritu de Dios será derramado sobre toda carne (Isa. 40:5; 11:9; Joel 2:28). Aun así leemos en el Sal. 18:44,45, "Al oír de mí me obedecieron; Los hijos de extraños se sometieron a mí.18:45 Los extraños se debilitaron Y salieron temblando de sus encierros". Compare con esto Sal.66:3; 81:15. De estos, y otros pasajes, parecería que algunos se inclinarán falsamente, y solo porque estarán en presencia de un poder que es imposible de resistir. Así fue con algunos en los días del reino de Salomón (1 Rey. 1).Los tales, con otros, quizás nacidos durante el reino del Señor, estarán demasiado dispuestos a escuchar las sugestiones de Satanás cuando éste sea soltado por un breve tiempo al final (Apoc.20:7-9). ¡Lo que es el hombre! ¡La gracia no lo atrae; y aun la gloria no lo convencerá!
5. Ahora consideraremos brevemente lo que Dios hará en ese día para la CREACIÓN EN GENERAL. El hombre, por su pecado, no solo ha traído la ruina sobre si mismo, sino también sobre su hogar, y arrastrado en ellos a todas las criaturas que dependían de él. Espinos y cardos son las señales del pecado del hombre, y mucho más los gemidos de la creación bruta (Gén.3:18). El hombre, diferente a los ángeles, fue constituido por Dios el centro de un sistema de cosas. Toda esta baja creación sufre o se regocija con su cabeza. Este es su tiempo de sufrimiento. "sabemos que la creación gime y está con dolores de parto hasta ahora" (Rom. 8:22). Los que creemos también gemimos en simpatía, nuestros cuerpos mortales forman un eslabón con la antigua creación. Pero solo nosotros estamos en el secreto de Dios, en cuanto a saber de donde vendrá la libertad, y cuando. Aunque ésta no lo comprende, "espera la manifestación de los hijos de Dios." Cuando Cristo venga sobre la escena, trayendo con Él a toda la familia glorificada de Dios, entonces la creación será libertada de la esclavitud de corrupción a la libertad de la gloria de los hijos de Dios.
¡Qué cambio tendrá lugar entonces para esta pobre tierra! Piense en el lobo abandonando sus instintos salvajes y morando en paz con el cordero; el leopardo recostándose con el cabrito; el becerro y el joven león apacentándose juntos; y un niño los pastoreará (Isa. 11:6-7; 65:25). ¡Piense también en el "Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora, sin ser dañado! ¡Qué día de paz y quietud para el hombre y las bestias! Pero habrá una solemne excepción para esta libertad general_ la serpiente. "y el polvo será el alimento de la serpiente." (Isa. 65:25). La razón de esto no está lejos de encontrar. Bajo esta forma el tentador sedujo a nuestros primeros padres y de este modo introdujo toda la miseria; esto Dios nunca lo olvidará. La maldición pronunciada en Edén no será revocada en este caso (Gén.3:14). También habrá cambios físicos, al menos en la tierra de Israel. De este modo leemos de un río fluyendo de debajo del umbral de la casa de Dios, separándose en dos , un brazo yendo al oriente y el otro al occidente, y fertilizando dondequiera que iba (Ezeq.47). También leemos que "el desierto florecerá como la rosa," y que "En lugar de la zarza crecerá ciprés, y en lugar de la ortiga crecerá arrayán; y será a Jehová por nombre, por señal eterna que nunca será raída. " (Isa. 35:1; 55:13). La esterilidad será prácticamente desconocida en el día de la supremacía de Cristo en la tierra. ¡Maravilloso jubileo para escena por tanto tiempo esclavizada! Los creyentes bien pueden decir "Amén, ven, Señor Jesús."
6. SATANÁS entonces será puesto bajo restricción. Por mil años los hombres serán librados de la tentación desde fuera. Si el pecado aparece (una cosa excepcional, parecería, Isa. 65:20), los hombres no serán capaces de censurar a alguno salvo a sus propios malos corazones. Durante todo el periodo del reino de Cristo, el gran adversario será confinado al abismo, (Apoc.20:1-3). Esto no debe confundirse con Gehenna_ el lago de fuego. Uno es un lugar de confinamiento temporal, el otro es su eterna porción, en común con los hombres impíos. Satanás y sus agentes saben bien que esto está reservado para ellos. Cuando el Señor Jesús estuvo sobre la tierra, los demonios lo reconocían como Aquel que los atormentaría, y en una ocasión le suplicaron que no los mandará al abismo (Mt. 8:29; Lc. 8:31). El tiempo para esto es la aparición de Cristo, y es en vista a que toda la tierra pueda conocer paz y descanso bajo Su santo y bondadoso gobierno.
De este modo el río de bendición seguirá su curso. Las profundas cicatrices de la tierra serán divinamente borradas, y las tristezas y aflicciones humanas terminarán. Aunque la población aumentará enormemente, habrá abundancia para todos, porque la tierra será fructífera como nunca antes. No habrá necesidad para Sus súbditos; cada necesidad será abundantemente satisfecha. ¡Ciertamente tal término de bendición y paz convencerá a los hombres que el servicio de Cristo es mejor que el de Satanás! ¡Ay, no! Tan pronto como Satanás sea soltado de su prisión que tendrá éxito en levantar una rebelión. Un vasto ejército se reunirá para hacer guerra contra el campamento de los santos terrenales y la ciudad amada (Jerusalén). La retribución divina caerá enseguida, sin advertencia o misericordia (Apoc. 20:7-10). Nada queda por ser hecho sino el juicio de los muertos ante el gran trono blanco, que seguirá en solemne secuencia. Sobre esto no necesitamos detenernos, habiendo ya considerado este tema en un artículo anterior. El reino de Cristo como hombre ha pasado, y todos los enemigos habiendo sido subyugados, Cristo entregará el reino a Aquel que es Dios y Padre. "Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte. Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a él todas las cosas. Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos." (1 Cor. 15:24-28). Aquí nos detenemos. El tiempo no existe más; la eternidad ha llegado.
W. W. FEREDAY
No hay comentarios:
Publicar un comentario