Hemos trazado brevemente los designios dispensacionales de Dios. Hasta la cruz Él estuvo desplegando Su plan de gobierno terrenal, probando al hombre, primero solo, después con Cristo en medio de ellos, para ver si él podría llevar adelante los propósitos divinos de bendición para el mundo. El resultado fue un desastroso fracaso. El hombre no podía ejecutar los esquemas de Dios, ni recibir_ o siquiera reconocer_ al Ungido por quien estos designios han de cumplirse. El primer hombre arruinó todo lo que tocó; el Segundo Hombre fue despreciado, rechazado, y crucificado. Esto llevó los planes de Dios a un cierre hasta que el pueblo que rechazó a su Mesías se arrepienta, y Él aparezca nuevamente para su libertad y bendición. Mientras tanto, aun la cuenta profética del tiempo se ha detenido, el espacio entre la muerte de Cristo y la reanudación de los designios terrenales de Dios es tratado como siendo un paréntesis o un intervalo.
¿Cómo, entonces, está Dios llenando este intervalo? ¿Qué propósitos está llevando adelante en este periodo? Hasta la cruz el primer hombre estuvo bajo prueba. Pero allí todo cambió. El hombre probó que, en su naturaleza, estaba irremediablemente alejado de Dios, y ni siquiera podía recibir la bendición de Aquel en quien todas las promesas y propósitos en gracia esperan su cumplimiento. No fue suficiente, entonces, que apareciese el Segundo Hombre. El primer hombre debía recibir una nueva naturaleza, debía ser creado de nuevo, antes de que él pudiese tomar las bendiciones que el Segundo Hombre había venido a dispensar.
¿Y cómo podía efectuar Dios esta transformación? ¿Cómo podía el hombre ser sacado de este pozo de ruina? ¡Por la misma cosa que mostraba cuan irremediable era su ruina! El hecho que probó que el hombre estaba maduro para la perdición manifiesta el poder de Dios para salvación. La cruz que demostró el irreconciliable odio del corazón del hombre hacia Dios, reveló el inapagable amor del corazón de Dios hacia el hombre. Lo que selló el destino de la antigua creación abrió la puerta para la nueva creación. La sangre derramada sobre la cruz puso la justa base para la reconciliación de todas las cosas. En la muerte de Cristo la vieja creación fue judicialmente puesta a un lado, mientras Su resurrección introdujo al Segundo Hombre como el "ultimo Adán," el primogénito de una nueva creación, en la cual cada miembro Dios podía encontrar la misma delicia que en su Cabeza resucitada. En lugar de un solo grano de trigo, Él ha caído en tierra y muerto, de manera que Él pudiese producir mucho fruto, como está escrito_ "Yo y los hijos que Dios me ha dado."
Toda bendición entonces, para la iglesia o el mundo, está basada sobre la muerte y resurrección del Segundo Hombre. Pero la cruz es considerada en las Escrituras del lado de la culpabilidad del hombre como también del lado de la gracia de Dios. Todos admiten el castigo de los judíos por su rechazo de Cristo. ¿Pero no tienen culpabilidad los gentiles? El Espíritu Santo enseña que Cristo vino como la luz; que " en el mundo estaba, y el mundo por Él fue hecho, y el mundo no le conoció" (Jn.1:10).Jesús declara que la condenación del mundo es debido a que "la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz porque sus obras eran malas" (Jn. 3:19).el mundo, por tanto, es decir, el hombre como un todo, es culpable de rechazar a quien Dios envió para efectuar su bendición, y este crimen aun forma el sujeto del juicio de Dios sobre judíos y gentiles. Por este juicio, los judíos han sido puestos a un lado, y las bendiciones terrenales del reino, ya sea para judíos o gentiles, pospuestas. Aun se deja gemir a la creación por libertad, hasta que el cetro sea dado a Cristo. Y, mientras tanto, Dios está llevando adelante otros propósitos, completamente aparte de Sus designios de un justo gobierno y de bendición para la tierra.
Estos propósitos pueden ser vistos, primero con relación al reino, y después con relación a la iglesia. El reino en su forma judía ha sido pospuesto. En despliegue exterior, este no puede ser establecido hasta que Israel diga, "bendito el que viene en el nombre del Señor." Pero Jesús habla de los "misterios del reino de los cielos," y es en esta forma misteriosa o no revelada, que el reino ahora existe. Durante esta época, Cristo, no habiendo recibido Su propio trono, está sentado sobre el trono del Padre, esperando hasta que Dios le entregue como herencia a las naciones, este es el día de "Su paciencia," no de Su "poder." Él no está tomando venganza de Sus enemigos, sino suplicándole a ellos que se reconcilien con Dios. Se le permite a Satanás sembrar cizaña en el campo sin provocar un juicio inmediato; la levadura en la harina hasta que todo sea leudado. Dios aun trata en gracia, no queriendo que nadie perezca, y está reuniendo un pueblo de en medio de la ruina y el juicio que es inminente. Este es el reino en su forma misteriosa. Por el lado de Dios este es el despliegue de la perfecta gracia y de una incomparable paciencia; por parte del hombre, una triste manifestación de su rapidez para alejarse de Dios, y corromper los mejores dones confiados en sus manos.
Pero mientras el reino corre sin esperanza bajo la dirección del hombre. Dios tiene otro pensamiento en Su corazón, un misterio que, como nos dice Pablo, "que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu." Este misterio fue manifestado para que "aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas;
3:10 para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales,
3:11 conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor, "(Efes. 3:10,11)
Aquí entonces, tenemos la obra actual de Dios. Sus esquemas de bendición terrenal están suspendidos; el reino, en su forma misteriosa, está lleno de corrupción y se apresura al juicio; pero allí está el llevar adelante propósitos para gloria de Cristo, propósitos que Él ha formado antes de que el mundo fuese_ de los cuales los profetas no escucharon, y que los ángeles desean observar_ propósitos que, cual sea nuestro embotamiento, los principados y potestades en lugares celestiales pueden discernir la multiforme sabiduría de Dios. Y estos propósitos son cumplidos por "la iglesia," que de este modo permanece no solo como el objeto más valorado, sino como el más brillante despliegue de Su sabiduría divina.
El intervalo, entonces, entre la suspensión y reanudación de los propósitos terrenales de Dios es llenado por el reino en su forma actual y misteriosa, y por la iglesia. De acuerdo a la institución de Dios, estas dos cosas son co-extensivas, consistiendo de las mismas personas, aunque vistas en una forma diferente. A pesar de la divergencia, por tanto, que el fracaso del hombre ha introducido, el reino es ocasionalmente referido en las Escrituras bajo su aspecto más estrecho, como también bajo su aspecto más amplio_ de acuerdo a su institución por Dios como también de acuerdo a su administración por el hombre. Ambas vistas aparecen en el discurso en el cual nuestro Señor trata especialmente del reino en su forma presente. (Mt.13). Cuando hablando a la multitud, Él muestra lo que el hombre ha hecho del reino, cizaña ha crecido entre el trigo, la levadura ha leudado la masa pura. Pero Él después se aparta a la casa con Sus discípulos, y despliega los misterios que a ellos les es dado conocer. Explicando la parábola de la cizaña, Él dice_ "la buena semilla son los hijos del reino, pero la cizaña son los hijos del malo." Aquí, entonces, el reino es visto en su aspecto más estrecho como consistiendo solamente de buena semilla. Las dos parábolas que siguen lo consideran en la misma luz. "Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo.
13:45 También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas,
13:46 que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró." (Mt. 13:44-46)
No necesitamos considerar las interpretaciones usuales, de acuerdo a las cuales estas parábolas son consideradas como describiendo la búsqueda del hombre de la salvación. Tal explicación, que choca con el argumento del capitulo no menos que con la enseñanza general de las Escrituras, solo podría haberse originado en la completa ceguedad a la unidad de propósito que corre a través de todas estas parábolas juntas. El propósito del discurso es mostrar, primero, el medio por el cual el reino, en su forma actual, es extendido_ por la siembra de la palabra; después su historia, vista como la profesión exterior_ una mezcla y corrupción mundana; finalmente, el grano verdadero que Dios ve a través de la gigantesca cubierta de pretensión donde este está oculto de la vista del hombre. Afuera, el Señor Jesús ha hablado al pueblo acerca de lo que el reino vendría a ser en manos del hombre. Adentro, Él despliega a Sus discípulos lo que quedaría, si visto todo de acuerdo a los pensamientos de Dios. El hombre haría de éste una masa leudada. Pero en medio de todo eso había un tesoro sobre el cual estaba el corazón de Cristo, y por el cual Él "vendería todo lo que tenía", hasta poner Su propia vida. La tierra fue comprada no por su propia dignidad, sino por el tesoro que ella ocultaba. Este es el reino conforme a la institución de Dios, visto solo por Su ojo, en medio del campo de una vana profesión en la cual está oculto.
Y como el reino es referido en sus esferas más estrecha y amplia, así lo es también la iglesia. La iglesia, como mostrada de acuerdo a los pensamientos de Dios en la epístola a los Efesios, y la iglesia como vista en los capítulos 2 y 3 de Apocalipsis, son cuadros tristemente contrastados. En el primer caso, la verdadera iglesia, consistiendo solo de verdaderos creyentes, y vistos en viva conexión con Cristo, es el tema que el Espíritu de Dios presenta para nuestra contemplación. En el segundo caso, la iglesia que lleva el nombre de Cristo, y es responsable ante Dios como conectada con ese nombre, este es el tema sobre el cual el solemne veredicto es pronunciado. En las primeras tres no hay fracaso, porque todo allí es de Dios. En el segundo tenemos el mismo triste alejamiento de los pensamientos de Dios como en todo lo que es confiado a la responsabilidad del hombre.
Nuestra actual investigación está limitada a la iglesia conforme a los pensamientos de Dios. Solo dos referencias a esto se hacen en la propia enseñanza de nuestro Señor. Pero aunque la iglesia es uno de estos sujetos que fueron solo parcialmente revelados en el tiempo de vida de Cristo, estas referencias nos ayudarán a comprender mucho de lo que después Dios ha dado a conocer "a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu." La primera oportunidad en la cual la "asamblea" o "iglesia" es claramente nombrada, es esa registrada en el cap.16 de Mateo. En el cap. 13, el reino ha sido referido en su forma misteriosa, primero en cuanto a su desarrollo histórico en manos del hombre, y después en su círculo oculto que lo hace precioso para Cristo. El cap.16 toma nuevamente el reino en su forma administrativa, y en conexión con esto la llama, la nueva "asamblea" que Cristo iba a edificar. Jesús pregunta a Sus discípulos, "El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? 16:16 Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
16:17 Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
16:18 Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.
16:19 Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.
16:20 Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que él era Jesús el Cristo.
16:21 Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día.
16:22 Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca.
16:23 Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.
16:24 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame." (Mt. 16:15.24)
Este pasaje muestra un gran cambio dispensacional, la presentación del Señor Jesús en un nuevo carácter, y Su abandono, en cuanto al testimonio presente, de aquello que hasta aquí Él había tolerado. Después que Juan fue arrojado en prisión, Jesús comenzó a "predicar y a decir, arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado" (Mt. 4:17).Esta proclamación pública del reino a los judíos ahora había cesado. Desde entonces, en lugar de ofrecerse Él mismo a la nación como el Mesías o Cristo, Él encargó a Sus discípulos que no dijesen a nadie que Él era el Cristo. En lugar de señalar a una aceptación nacional y a una corona terrenal, Él habla de un rechazo nacional y de una cruz terrenal. En lugar de la antigua esperanza del reino profético, menciona una nueva cosa que Él iba a establecer: la asamblea o iglesia. Y en lugar del abandonado nombre de Mesías, que lo conectaba con el trono de David, Él asume, con referencia a la iglesia, el más nuevo e infinitamente más elevado título del "Hijo del Dios viviente."
El reino, entonces, en su forma profética y nacional no era más el objeto del testimonio para el pueblo, o el inmediato propósito en los pensamientos de Dios. Aunque, por supuesto, este no es abandonado, sino solo pospuesto, y mientras tanto, este es establecido en una forma completamente diferente. En esta forma fue puesto en manos de la administración del hombre, las llaves son dadas a Pedro, quien también recibió autoridad para atar y desatar. Estas no eran las llaves de la iglesia, mucho menos del cielo, sino "las llaves del reino de los cielos." Una llave es aquello que da admisión. Sobre Pedro, entonces, fue puesta la confianza, o responsabilidad de admitir, no dentro de la iglesia, sino en el reino. ¿Cómo él usó estas llaves?, esto lo vemos en el libro de los Hechos. Fue él quien autoritativamente proclamó a Jesús como "Señor y Cristo," recordando a los judíos los derechos de Cristo y a bautizarse en Su nombre. De este modo fue abierta la puerta judía, y a través de ella, en un día, tres mil almas entraron en el reino. Pero la iglesia nunca fue confiada (en este aspecto) a manos humanas, y el relato añade que "el Señor añadía a la iglesia cada día a aquellos que debían ser salvos" (Hech. 2:47). Después otra puerta del reino fue abierta. Los ruegos de Cornelio fueron oídos. Uno podría haber supuesto que el apóstol de los gentiles sería usado para que ellos entrasen. Pero no; Cristo había dado las llaves a Pedro, y la puerta para ellos solo podía ser abierta lícitamente por Él. Enseñado por Dios que en la nueva forma del reino, las distinciones terrenales de limpios e inmundos eran abolidas, él fue a la casa de Cornelio, y vio "que sobre los gentiles también fue derramado el don del Espíritu Santo... y mandó que fuesen bautizados en el nombre del Señor" (Hech. 10:44,48)
El poder de añadir a la iglesia, entonces, pertenece solo al Señor. El poder de las llaves, de admitir dentro del reino, fue dado a Pedro. Y con esto la historia de Pedro casi termina. Él había abierto la puerta a los gentiles. Después que Cornelio hubo entrado, Pedro no ocupa más el frente en las filas, y Pablo, el apóstol de los gentiles, viene a ser la figura prominente en la historia de las futuras acciones de Dios. Hay otro hecho que notar en hermosa armonía con esto. Pedro, ha quien se le ha confiado especialmente las llaves del reino, predica la verdad que "Dios ha hecho a este mismo Jesús, a quien vosotros habéis crucificado, Señor y Cristo" (Hech. 2:36), es decir, que él proclama los títulos y glorias de Jesús en conexión con el reino. Pablo, por el contrario, a quien el "misterio" de la iglesia fue encomendado, comenzó inmediatamente después de su conversión a predicar a "Cristo en las sinagogas, que Él era el Hijo de Dios" (Hech. 9:20) Esto, como lo hemos visto, es el titulo especial en que Él es tomado como el fundamento para la iglesia. La diferencia es más notable porque, hasta el tiempo cuando Pablo predicaba en las sinagogas, Jesús nunca es referido en este carácter en los Hechos de los Apóstoles, porque las palabras, "Tu santo hijo Jesús" (HEch.4:27,30), deben traducirse "Tu santo siervo Jesús," y la confesión del eunuco "creo que Jesucristo es el Hijo de Dios" (Hech. 8:37), es rechazada por todos aquellos que son competentes para juzgar, como siendo una lectura espuria o falsa. La esfera de Pedro, entonces, como contrastada con la de Pablo, es especialmente el reino, y en conexión con esto, solo a él le fueron encomendadas las llaves del reino. El poder de atar y desatar, por otra parte, aunque en la citación de arriba dado a Pedro, Fue después extendido a una compañía más amplia.
Observemos lo que aquí se nos enseña acerca de la iglesia. Jesús dice_ "Sobre esta roca edificaré Mi iglesia." Esto muestra que la iglesia aun no había sido edificada. Había habido, por supuesto, como había entonces, personas salvadas, pero como la iglesia no existía, es claro que estos santos no formaban parte de ella. De esta manera en la epístola a los Hebreos, "la iglesia de los primogénitos" y "los justos hechos perfectos" son nombrados como dos compañías completamente diferentes (Heb. 12:23).Así, también, en Apocalipsis, donde la iglesia es vista en gloria, encontramos además a "la esposa del Cordero," hay también otros de quienes se dice, "bienaventurados los que son llamados a las bodas del Cordero" (Apoc. 19:7-9).Evidentemente, entonces, la iglesia que Jesús estaba a punto de edificar no eran todos los redimidos, sino una clase particular distinguida por ciertas definitivas características del resto_ de los santos del A. Testamento, cuyos espíritus están ahora en el cielo, y también, como veremos, de los santos que gozarán de las bendiciones del gobierno terrenal de Cristo.
Esto se verá claramente por el hecho que el fundamento de la iglesia era uno nuevo, y por tanto, no podía ser aquello sobre lo cual habían sido establecidos los santos del A. Testamento. Simón, quien representa a esta clase, había esperado por Cristo el Señor, y habiéndolo visto podía decir, "Mis ojos han visto tu salvación" (Lc. 2:30). De manera que cuando el reino es establecido en su gloria exterior, el título "el Cristo" nuevamente será el fundamento de la bendición_ el Ungido de Dios será la salvación de Su pueblo y la luz de los gentiles. Pero este titulo ahora es abandonado, Jesús aparece vestido en una nueva dignidad, y otro fundamento es colocado para la edificación de la iglesia.
¿Cuál es este fundamento? La iglesia de Roma ha interpretado el texto como significando al mismo Pedro, en lo que concierne a la construcción del pasaje, la elección es entre Pedro y Jesús en el nuevo revelado carácter de "Hijo del Dios viviente." Ahora Jesús no dice que la iglesia será edificada sobre Pedro (petros, una piedra), sino sobre petra (roca) _ "tú eres Petrus y sobre esta petra edificaré mi iglesia." El cambio en la palabra_ innecesario e incorrecto si Petrus, hubiese sido el fundamento_ muestra que no él, sino la cosa que él ha mencionado, fue el verdadero petra, o roca, sobre la cual la iglesia debía ser edificada. Este juego de palabras sobre el nombre Petros_ un nombre que ha sido dado mucho antes_ es una cosa común en las Escrituras, donde nombres a menudo son aplicados con referencia a algún evento importante. De esta manera, cuando el arca fue tomada, la moribunda madre israelita llamó a su hijo "Icabod" (¿Dónde está la gloria?") Del mismo modo Jacob, bendiciendo a sus hijos, dice, "Judá (alabanza), tú eres a quien alabarán tus hermanos." Esaú, también, en su amargura, exclama concerniente a su hermano_ "¿no ha sido él justamente llamado Jacob (suplantador)? Porque él me ha suplantado dos veces". Del mismo modo aquí, Pedro habiendo visto la roca sobre la cual el Señor iba a edificar, Jesús le dice, en sustancia, "tú serás llamado piedra, porque se te ha mostrado la piedra viva, o roca, sobre la cual la iglesia será edificada."
El fundamento, entonces, no es Pedro, sino Jesús. Este pasaje lo prueba, y Pedro en otra parte declara, "Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, 2:5 vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo" (1 Ped. 2:4,5).De la misma forma, también, Pablo escribe nadie "puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo." (1 Cor. 3:11) y nuevamente, habla de la iglesia como "edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, "(Efes.2:20).En todos estos casos, aunque exacta la figura, varía en algo, Jesucristo es referido como aquello sobre lo cual descansa la estructura, y en ninguno de ellos Pedro es nombrado como distinguido de otros creyentes. El fundamento, sin embargo, no es simplemente Jesús en el nuevo carácter aquí traído a la luz. Él abandona el titulo de Mesías, el fundamento de las esperanzas judías, y de los planes de Dios acerca del gobierno terrenal. Pero Él toma el titulo de "Hijo del Dios viviente," y sobre esto declara que edificará Su iglesia. A través de toda la Escritura el nombre por medio del cual Dios se revela a Si mismo, describe el carácter de Sus tratos actuales. Él es el Elohim de la creación; Dios Todopoderoso para los patriarcas; Jehová para Israel; Padre, para aquellos que ahora creen en Su Hijo. Así Cristo es Señor (Adon) para David; Hijo del hombre, como el ejecutor de los justos propósitos de Dios; Mesías a Israel; e "Hijo del Dios viviente" para la iglesia.
Existe un profundo significado en la palabra "viviente." Cuando Jesús habla de Si mismo como "el pan vivo que descendió del cielo," añade, "si alguno come este pan, vivirá para siempre" (Jn.6:51) Nuevamente, dice, "Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí" (v.57). En estos casos la palabra comunica la idea de impartir, como también de poseer, vida. Esta es la descripción de Uno que, teniendo vida en Su propio derecho y poder, está más allá del dominio de la muerte, y puede comunicar vida a otros. De esta manera Jesús dice que Él tiene vida en Si mismo; que tiene poder para "ponerla," y para "volverla a tomar;" también que Él es "la resurrección y la vida," y que aquellos que creen en Él no morirán. El título, "Hijo del Dios viviente" es, entonces, muy importante aquí. Jesús va a hablar a Sus discípulos de Su muerte y de que ellos deben tomar su cruz, y poner sus vidas por Su causa. Lo que quiere decir entonces el tratar con el "Dios viviente," es que se va a edificar una estructura sobre la cual las puertas del hades no pueden tocarla, porque está dotada de una vida sobre la cual la segunda muerte no tiene poder.
Y esto nos guía a otra revelación. Tan pronto como Jesús abandona Su carácter Mesiánico, y toma, como el fundamento de la iglesia, el titulo, "Hijo del Dios viviente," Él comienza a hablar de Su muerte y resurrección. Es completamente verdadero que este es el fundamento de bendición a los judíos como también para la iglesia. Pero existe una amplia diferencia, Israel debe su bendición a la muerte de Cristo, pero está asociado, en cuanto a su llamamiento, con la gloria terrenal. La iglesia, por el contrario, está asociada con Su rechazo terrenal. En lo que concierne al mundo, Israel le conocerá como el que llevará la corona; la iglesia reconoce como Aquel que ha llevado la cruz. Israel le reconocerá cuando Él se "ciña de poder;" la iglesia le reconoce como "crucificado en debilidad." Y así de Su resurrección. Su poder terrenal sin duda será tomado como el resucitado. Aun así este no es el hecho sobre el cual se insiste principalmente en conexión con el reino de gloria, considerando que este es siempre prominente en conexión con la iglesia. Él ha sido declarado "Hijo de Dios conforme al Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos" (Rom. 1:4).Él dice a Juan, "yo soy el primero y el último; 1:18 y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades." (Apoc.1:17,18) Los creyentes están muertos con Cristo, y también resucitados juntamente con Él. Ellos deben presentarse a Dios "como vivos de entre los muertos" (Rom. 6:13). De esta manera, mientras todos estamos interesados en la muerte y resurrección de Cristo, la iglesia está asociada con estas cosas en una marcada y peculiar manera.
Cómo es esto asociado con ellos se ve en lo que sigue "si alguno viene en pos de mi, niéguese a si mismo y tome su cruz, y sígame. Porque el que quiera salvar su vida la perderá, y todo aquel que pierda su vida por mi causa la encontrará." ¡Qué diferente es el lenguaje de Jehová para Israel! Porque los judíos conocerán a Jesús como su Mesías, sentado sobre el trono del poder terrenal, y llevando la corona de gloria. El cristiano lo conoce como el Hijo, "crucificado en debilidad," pero viviendo "por el poder de Dios." ¿Cómo puede el judío tener algo sino bendición sobre la tierra donde su Mesías está gobernando supremamente? ¿Cómo, por otra parte, puede el cristiano esperar algo sino rechazo en el mundo donde su Señor no tuvo nada sino una cruz? La confianza del judío es el cetro que mantendrá sus derechos terrenales. El cristiano está asociado en vida con Aquel que ha triunfado sobre la muerte, y de este modo lo ha puesto sobre una roca donde las puertas del hades son impotentes contra él.
Este pasaje, entonces, muestra el aplazamiento del reino en su forma exterior, y su existencia, mientras tanto, en otra forma, bajo la administración del hombre. Durante este tiempo Jesús se revela bajo un nuevo nombre. Sobre éste Él edifica un nuevo edificio o la iglesia, que, estando fundamentada sobre Su ser el Hijo de Dios, está más allá del poder del hades. Esta iglesia está asociada con Cristo en muerte y resurrección. La tierra no es la esfera de su bendición, sino de sus pruebas; y aquellos que siguen a Cristo deben tomar su cruz. ¡Cuán admirablemente este carácter de la iglesia armoniza con la especial esperanza del retorno del Señor por sus santos! El mundo, sujeto al gobierno gentil, solo puede correr a un juicio más terrible; el reino, confiado al hombre, solo ha venido a ser una masa leudada; la iglesia, dejada en medio un mundo impío, y de una profesión sin vida, puede mirar a las mansiones preparadas en la casa del padre, y esperar la hora cuando Su voz de mando sea escuchada y todos los redimidos, transformados a Su semejanza, serán tomados para "estar siempre con el Señor." Cuando Cristo tome Su gobierno terrenal asociará consigo a un pueblo terrenal, participante de Su gloria terrenal y los objetos de Su favor terrenal. Pero Cristo ha sido ahora rechazado en la tierra y es el gozo del cielo. Él, por tanto, ha asociado consigo a un pueblo celestial, participante de Su rechazo terrenal, pero objeto de Su delicia celestial. Aquí abajo, ellos están en el mundo, pero no son de éste; y Él ha sido dado, como sentado a la diestra de Dios, como el objeto de su actual afección, ocupación, y esperanza. ¿Están nuestras almas en esta magnifica posición?
Tal, entonces, es la propia enseñanza de nuestro Señor del Nuevo edificio que iba a edificar. Después da nuevas instrucciones a Sus discípulos sobre el mismo tema, hablándoles de cómo actuar en caso de diferencias entre hermanos. Si todos los medios que la gracia ha sugerido han sido inútiles, ellos deben "dilo a la iglesia". El Señor añade, "Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano.
18:18 De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo.
18:19 Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos.
18:20 Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos." (Mt. 18:17-20)
Aquí, entonces, el poder de atar y desatar, antes conferido a Pedro, es dado a todos los discípulos. La asamblea debe actuar en casos de disciplina, tal como cuando un miembro de ella perjudica a otro, y se niega a reconocer su falta. La gracia y mansedumbre de Cristo deben mostrarse primero. Si estas fallan, el deshonor hecho a Su nombre debe ser tratado, y la asamblea debe limpiarse poniendo fuera al malhechor. Este es el poder de atar y desatar, que es dado, no a los apóstoles, sino a la iglesia o asamblea. Esta es la autoridad para poner fuera y restaurar a aquellos que han pecado. Tal, al menos, es el caso particular dado, aunque el lenguaje incluiría un más amplio rango de acción, y sin duda incluye la recepción del creyente en la asamblea. La autoridad más estrecha, con su acompañante responsabilidad de tratar con cuestiones de pecado, es nuevamente concedida después de la resurrección de Cristo, donde Él dice a Sus discípulos, "Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. 20:23 A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos. " (Jn. 20:22,23).Esta autoridad, conferida, no sobre los apóstoles, sino sobre los discípulos_ es decir, sobre los creyentes como un todo_ no es el poder de quitar pecados, que pertenece solo a Dios, sino de ejercer un juicio divinamente guiado en cuanto a las ofensas que demandan exclusión de los malhechores o que medida de arrepentimiento justifica su restauración. El poder es dado en conexión con el Espíritu Santo. Mientras guiados por Él, su autoridad no puede ser justamente rechazada. Pero desde el momento que ellos dejan de ser guiados por Él, el único fundamento de su autoridad desaparece.
Del mismo modo, también, en el evangelio de Mateo la autoridad de atar y desatar, y el titulo a pedir cualquier cosa, descansa simplemente sobre la presencia del Señor Jesús en medio de ellos, "porque donde hay dos o tres reunidos a Mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos." Ahora, en el N. Testamento, el nombre representa a la persona actuando en el carácter que indica el nombre. De esta manera el Señor Jesús dice, "he manifestado Tu nombre (el del Padre) a los hombres que Tú me diste" (Jn.17:6). Nuevamente, "el que no cree ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo Unigénito de Dios" (Jn.3:18).Así, los filadelfianos son recomendados porque "no has negado Mi nombre" (Apoc. 3:8).Estar reunidos entonces al nombre de Jesús, es estar reunidos a Su persona, reconociendo Su autoridad, y en acuerdo con Su pensamiento. Si la reunión, aunque Su nombre es invocado, realmente tiene otro centro, reconocería alguna otra autoridad, o contraria a Sus direcciones, Su presencia no es prometida. Sin duda, aun en este caso, puede encontrarse allí la presencia y acción del Espíritu Santo, bendiciendo la predicación y la enseñanza de la Palabra, y donde hay verdad en el corazón, toda permisión hecha para la ignorancia y el fracaso. De esta manera, en los días de ruina de Israel, leemos de aquellos que a causa de ignorancia "no se habían purificado, y que comieron la pascua" de una manera no escrita; pero Ezequías oró por ellos, diciendo, "Porque una gran multitud del pueblo de Efraín y Manasés, y de Isacar y Zabulón, no se habían purificado, y comieron la pascua no conforme a lo que está escrito. Mas Ezequías oró por ellos, diciendo: Jehová, que es bueno, sea propicio a todo aquel que ha preparado su corazón para buscar a Dios, 30:19 a Jehová el Dios de sus padres, aunque no esté purificado según los ritos de purificación del santuario.
30:20 Y oyó Jehová a Ezequías, y sanó al pueblo." (2 Crón. 30:18-20). La gracia, entonces, puede e intervendrá donde el fracaso es el resultado de la ignorancia, y donde existe un corazón verdadero hacia Dios. Pero podemos estar seguros que el camino del Señor es mejor que el del hombre; tampoco puede la gracia, que bendice a pesar de la ignorancia, excusar la indiferencia en cuanto a lo que es realmente el pensamiento del Señor. La acción del Espíritu Santo no será concedida para aprobar la ignorancia que es el fruto de un descuido culpable como tampoco para aprobar la obstinación y desobediencia de aquellos que usan Su nombre para realizar sus propios pensamientos.
Entonces somos responsables de aprender lo que significa reunirse al nombre del Señor. Y ciertamente la materia es del más intenso interés para todos los creyentes. El poder de atar o desatar sobre la tierra es algo de la más profunda solemnidad; y profesar ejercer tal cosa sin aprobación divina es una terrible responsabilidad. "No daré a otro Mi gloria," dice el Señor; y es ciertamente claro que Cristo no será privado de Su propia gloria y derechos en la asamblea. ¿Es entonces posible, que la solemne cosa confiada mencionada arriba pueda ser puesta en manos de un número de creyentes reunidos en asociaciones voluntarias, y de acuerdo a reglas que ellos mismos han inventado? Donde Cristo está presente debe haber lugar para todos los que son de Cristo_ sujetos, por supuesto, a una disciplina divinamente señalada_ para estar presentes también; y Su autoridad debe ser suprema y exclusiva, poniendo completamente a un lado todos los sistemas y constituciones, todas las restricciones y regulaciones de los hombres. Solo a aquellos de esta forma reunidos se les promete la presencia del Señor, poder con Dios, y la autoridad de atar o desatar. Tampoco, si comprendemos lo que es estar reunidos a Su nombre, estas magnificas promesas y poderes nos llenarán de sorpresa. Que los creyentes realmente se reúnan en obediencia a las direcciones del Señor, y con corazones inclinados a Su autoridad, reconociendo, con una fe simple, Su presencia en medio, entonces ¿dónde hay lugar para la voluntad propia? ¿Dónde la posibilidad de error? ¿Cómo podría algo ser atado o desatado sino conforme a Su guía?_ ¿algo pedido sino conforme a Su pensamiento?
El descuido, ya sea deliberado o en ignorancia de estas condiciones, ha causado la amplia separación entre el reino y la iglesia. Los hombres han demandado atar y desatar, remitir y retener, sin considerar los términos sobre lo que esta autoridad fue otorgada. En los pasajes que nos hablan de este poder, la iglesia y el reino son vistos como siendo uno, de acuerdo a la institución de Dios. Por mucho tiempo la asamblea estuvo en tal estado que no podía gozar la presencia del Señor Jesús y la guía del Espíritu ha cesado como para aprobar sus actos, y los decretos del cuerpo sobre la tierra no son más ratificados en el cielo. La iglesia, y el reino como vistos por Dios, han venido a ser separados del reino como ordenado, o desordenado, por el hombre; y aunque el tesoro aun permanece, apreciado como siempre para el corazón de Dios. La cristiandad, el campo en el cual éste ha estado oculto, ha venido a ser la odiosa cosa cuyos anales e historia el infiel historiador ha descrito como "los anales del infierno."
T. B. BAINES
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